martes, enero 17, 2006

Compasión, no morbo

Hoy a media tarde salí a caminar un rato; ya me había chutado Le nozze di Figaro bajo la batuta de René Jacobs (ya hablaré de eso en otro post), y a media cuadra de donde vivo, en plena Alameda central de Ciudad de México, me compré un disco con música de ballet de Lully y otro del arte de la trompeta barroca, todos interpretados de manera histórica (léase, instrumentos de época). Cuando regresé recibí un mensaje de Daniel Espartaco. Es de los pocos lectores que se toma la molestia de leerme y a veces comentar mis locuras. El mensaje lo recibí después de haber realizado unas actualizaciones y enviar invitaciones para que mis cero lectores se asomen a este espacio.

Y quiero compartir con ustedes un post que me dedicó (en realidad no tanto a mí, eso sería darme demasiada importancia). Para empezar, ni siquiera sabía que tuviese un blog. Así que imagino que más personas de las que creo tienen uno, pero ni crean que voy a ponerme a buscar. Me da hueva. Y debo confesar que el de Espartaco es de los pocos blogs medianamente atractivos, sin mamonería, que he visto. Tampoco crean que he visto muchos, más bien he visto pocos (según mi carpeta de blogs en Mis favoritos, apenas cinco; con el de él son seis). Prefiero ver los que me divierten, que los que pretenden educarme u otorgarme una clase de moral o algo así. El de Espartaco (y hace honor a su apellido), sin ser pretendidamente educativo tiene al menos una virtud, que no es menor. Es honesto.

Y es cierto, no en todo estamos de acuerdo, pero es de los pocos escritores en quienes hay un poco de seriedad y compromiso, en el único sentido que vale. El de la palabra. Me agradó, y me sorprendió, gratamente algo que Espartaco menciona, y no de manera superficial. Y lo que menciona me parece clave, fundamental, y demuestra que hay que tomarlo en serio. Hay otra cualidad que en su caso no me parece en lo más mínimo despreciable: el cuidado con que usa las palabras; cuando alguien escribe con ese comedimiento (que podría no hacerlo, yo mismo lo he hecho, y este blog es prueba de esas dos facetas) es porque respeta las palabras. Porque, como lo dije en otro post, ese respeto con las palabras es el fruto de esa relación carnal. Pero lo fundamental es que Espartaco habla de la compasión. ¡Palabra fundamental! ¿Cuántos escritorcetes se regodean con el morbo de la carne, de la droga, o cualquier otro morbo (el de ser escritor maldito)? No hago esta pregunta de manera retórica.

El fin del año pasado (il capodanno, en buen italiano) hablaba con Javier Armas de estos temas, a propósito de una depresión que viví hace ya más de una década, y del hecho de recapitular ese hecho fundamental en mi vida a la hora de escribir una adendda... blablablá [a quién chingados le importa, ¿verdad? (para que vean que ni yo me salvo)]. El hecho es que esa conversación me llevó a revisar varios asuntos, y uno de ellos era el del morbo y su opuesto, la ternura, la compasión. Y ahora me pregunto, ¿qué tendría que decir Daniel Espartaco acerca de la ternura, de la compasión humana? Y pregunto esto no sólo porque haya sido Espartaco quien lo haya traído a colación, sino porque es un asunto que desde hace mucho me persigue, especialmente cuando veo que a casi nadie parece importarle el asunto. El morbo, las tentaciones de la carne (la concupiscencia, diría Mario González Suárez), es el asunto que a la mayoría interesa, porque es lo que vende. Es decir, ser un escritor malito, porque no se pudo ser un maldito (José José diría, uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser, jejeje).

Que Espartaco hable, mencione y refiera a escritores que han trabajado con esa compasión, me parece de capital importancia. (Y yo que me quejaba de los blogueros que escriben de madrugada.) Como ya es muy tarde, sólo apunto la relevancia enorme de lo que Espartaco acaba de subir a su blog http://danielespartaco.blogspot.com/, para comentarlo con un poco más de amplitud más tarde. Por lo pronto, sólo señalo que hace mucho que no leía a alguien tan coherente, tan honesto, como Daniel Espartaco.

Y con el recuerdo conmovedor, todavía, de esa sobrecogedora aria de Mozart en Le nozze di Figaro, “Su l’aria...” (si no saben cuál es, es la que se escucha en Shawshank redemption), que escuché en la mañana y no me abandona, sólo dejo pendiente, temporalmente, las palabras de Espartaco, y las mías propias al respecto, esperando retomarlas lo más pronto posible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos de un confeso ignorante lector. Una pregunta: Debido a mi ignorancia desconozco la extension de tu obra publicada. Existe una lista en algun lado en internet donde pueda consultar lo que has publicado? La razon es que me gusta tu estilo y quisiera leer algo tuyo en papel.
Saludos

Anónimo dijo...

José Manuel: Di con tu blog porque suelo leer el de Daniel Espartaco. Nunca he leído nada de Heriberto Yépez pero luego de ver las citas de su blog (con tus comentarios irónicos y acertados) no me quedan muchas ganas. Yo no creo que nadie tenga la autoridad de decir que tal o cual blog es mediocre y tal o cual otro es... qué? Comprometido, inteligente, trascendente, superior, dorado, envuelto en huevo? You name it. A mí me gusta que dejen discernir. Y no creo en despreciar a nadie sólo porque aborda temas que a mí no me parecen igual de importantes.
Me gustó mucho tu post. Saludos, Liliana V. Blum