Mis estimados cero lectores. No hay plazo que no se venza ni fecha que no termine de llegar, y sobre todo, cuando de promesas se trata. Ustedes recordarán que hace un año les ofrecí que pondría toda mi fonoteca en línea para que ustedes pudiesen acercarse a ella. Si no lo recuerdan, vayan a este enlace interno y lean lo que allí dije: http://jmrecillas.blogspot.com/2007/03/aviso-importante.html#links
Pues bien, finalmente el gran día ha llegado. Hoy empieza oficialmente a funcionar la Fonoteca y música de JM Recillas on line en beneficio de todos ustedes. A los motivos que en el enlace previo anoté para poner a su disposición cientos y cientos de horas de música de todos los géneros y de todas las épocas, debo agregar varias cuestiones que me parecen de suma importancia. La primera, obviamente, ya mencionada en el enlace de hace un año, es la de rendir tributo a las muchas personas que a lo largo de los últimos 40 años me han orientado por el amplio mundo de la música, comenzando por mi padre, y prosiguiendo con muchísimos amigos y conocidos que en todo ese tiempo me abrieron puertas hacia grupos y géneros que nunca pensé escuchar, y que han llenado mis oídos y recuerdos con melodías y atmósferas sonoras que llenan mi memoria.
Pero también hay otra razón, de índole más práctica, para hacerlo. Y tiene que ver con este abusivo comportamiento que las grandes empresas tienen hacia sus consumidores, a quienes consideran una suerte de esclavos que no tienen opciones más que la de consumir las porquerías que ellas producen sin ton ni son. Este abuso de las compañías disqueras en particular llega a una soberbia que me parece no sólo desmedida, sino abiertamente violatoria de los derechos humanos, e incluso del derecho de propiedad en las sociedades capitalistas. Yo no sé si ustedes han tenido la oportunidad de prestar atención a los mensajes que los discos traen en su interior. Probablemente no. Usualmente nadie lo hace. Transcribo verbatim lo que la mayoría de ellos suelen traer inscrito:
All right of the producer and the owner of the work reproduced reserved; unauthorized copying; hiring; lending; public performance and broadcasted of this record prohibited.
No hay disco que no traiga esta leyenda. Y es allí donde está el abuso. Porque si yo compro algo, lo que sea, se supone que soy su dueño. Una casa. Un automóvil. Soy el dueño de esa casa, de ese vehículo. Y nadie, salvo que repentinamente el Estado se vuelva socialista, puede decidir sobre lo que yo puedo o no puedo hacer sobre esos bienes, porque al pagar por ellos, son míos. Ninguna armadora de automóviles impone cláusulas sobre quién puede o no usar el auto. Pero las compañías disqueras sí imponen tales cláusulas, pasando por encima de cualquier legislación, de cualquier derecho humano. Y por encima del derecho de propiedad a que uno se haría acreedor por pagar por un disco, está el derecho de un fantasma, una empresa multinacional, que por sí y ante sí ha decidido, desde hace años, que ellos siguen siendo los dueños del disco, y no quien paga en una tienda por éste. Su abuso llega a tal extremo que, amparados en leyes inexistentes, o en la ley del talión, prohíben, ellas, que el disco se pueda prestar, por encima del derecho que le asiste al comprador de hacer lo que le venga en gana con el producto comprado.
Cuando ustedes compran una casa, un automóvil, un terreno, se les otorga un título de propiedad, una factura que acredita que ustedes pagaron tal producto, y que son sus dueños. Pero con los discos no sucede lo mismo. De acuerdo con esta política empresarial totalmente abusiva, si ustedes pidieran una factura por la adquisición de un disco, tal documento no los acreditaría como los dueños legítimos del producto, porque el fabricante impone, o pretende imponer, cláusulas de exclusividad que ningún otro producto, salvo el software, posee. ¿Eso les parece correcto? A mí tampoco. ¿Qué diría un abogado de esto? No lo sé. Los abogados, igual que los economistas, suelen usar las leyes para beneficiar a quien más tiene, no para proteger al individuo del poder abstracto pero muy real y efectivo del Estado o de las empresas, que desde hace tiempo se sienten por encima de las leyes (por eso inventaron toda esa faramalla de los páneles internacionales, para saltarse las leyes nacionales cuantas veces les venga en gana, y pasar por encima de la tutela del Estado y de los intereses nacionales).
Pues bien, frente a ese abuso de las grandes disqueras, que se amparan en el derecho de propiedad, otra figura legal para proteger no a los artistas ni a la creación sino a sus abusos y negocios, yo me amparo en una figura social que es el intercambio de bienes culturales, que desde la época de los mayas y aún antes, hizo posible el desarrollo comercial y cultural de los pueblos.
Durante años escuché música y grupos que, salvo muy pero muy contadas ocasiones, de no haber sido por múltiples amistades, no habría tenido la menor oportunidad de escuchar, por la simple y llana razón de que ni las estaciones radiofónicas transmitían tal música ni las tiendas de discos los vendían. ¿Cómo conseguían estos amigos tales discos y grabaciones? No lo sé, nunca se me ocurrió preguntarles y ahora ni me importa. Sólo sé que ellos compartían sus fonotecas permitiéndome copiar sus discos, primero en cassettes (llegué a tener cientos y cientos de cassettes grabados de discos de vinyl), luego copias de CDs en cassettes, y finalmente copias de CDs en CD. En muchos casos, llegado el advenimiento del CD, pude comprar ediciones legales de antiguas grabaciones que durante años sólo pude escuchar en cassettes, cada vez más viejos y destartalados. Pero aún hoy, hay muchos discos que ni por asomo puedo soñar con adquirir, aún con los admirables medios de adquisición que tiene el navegar por Internet, porque también allí las grandes empresas han segmentado los mercados, y ciertos discos simplemente es imposible adquirirlos en estas tierras, aún teniendo dinero y tarjeta de crédito. Peor en los casos, que no son escasos, de discos que simple y llanamente no han sido reeditados en formato de CD debido a que o son muy viejos o no hay mercado internacional (a veces ni local) para ellos.
¿Esto es piratería? Mmmm. Pues sí, pero no hay que rasgarse las vestiduras ante ello. Porque son precisamente esas mismas empresas globales, abusivas y violadoras de todo derecho que sea el suyo propia para pisotear y abusar del simple individuo, las que han hecho de la piratería una empresa ilegal. Si nos remitimos a la historia, no eran los piratas quienes cometían abusos en nombre del poder, sino los bucaneros, que servían a la corte inglesa asaltando los buques españoles. Los piratas fueron quienes se rebelaron contra el abuso del poder de la corona, y asaltaban los barcos de ésta para repartir entre sus allegados el botín, mientras que los bucaneros hacían lo mismo, para beneficio de aquélla. ¿Les suena conocida la historia? Pues sí, ya había sucedido antes, con Robin Hood.
Y, por supuesto, la piratería de nuestros días es tachada como un delito por una sola razón. Impide que las disqueras sean las únicas, en verdad, que se enriquezcan explotando a todo mundo. ¿Cómo nos atrevemos nosotros, simples individuos, a esquilmarles una pizca de dinero a ellas, gigantes multinacionales? ¡De veras que no tenemos madre!
Así pues, no estamos, no estoy, robando la propiedad intelectual de absolutamente nadie al compartir mi fonoteca con ustedes por este medio. Al poner una sinfonía de Beethoven no estoy diciendo que sea mía. Digo que es de Beethoven, y que el disco, o el archivo musical es de mi absoluta propiedad. Al ser mío, tengo derecho a usarlo en la forma que me venga en gana. ¿Me va alguien a prohibir que lo destruya? No creo. ¿Por qué entonces alguien se adjudica el derecho de decidir qué puedo y qué no puedo hacer con tal objeto, que a final de cuentas debe ser de todos? No se dejen engañar, mis cero lectores, con el petate del muerto. Además, tampoco nos rasguemos las vestiduras. Vivimos en Occidente, una cultura eminentemente fetichista. Y el fetiche necesita, para ser efectivo, estar presente. Si muchos archivos musicales no los tengo en disco, es simplemente porque no existe una versión física de tal. Y siempre que encuentro algo en la red, busco la manera de tenerlo, y no pocas ocasiones compro varas veces un mismo disco para regalarlo. No importa el mp3, siempre queremos tener el disco físicamente en nuestras manos. Y a la postre, quienes más amamos la música, terminamos invirtiendo fortunas en discos, aunque los tengamos en otros formatos. Y para que la piratería se consume, debe haber un beneficio económico de quien la realiza. Y como podrán ver, yo no obtengo beneficio económico de ninguna especie en esto, y por el contrario, tengo que invertir muchas horas de trabajo y de inversión económica que no pretendo que nadie pague. Así pues, bajo ninguna perspectiva se sientan culpables de descargar música de esta nueva página, nomatterwhat.
Debido a todo esto, y a otras cuestiones que ya mencioné previamente, les aviso, mis cero lectores, que ya pueden visitar el nuevo espacio de la Fonoteca y música de JM Recillas, donde encontrarán cientos y cientos de horas ininterrumpidas de música que he ido adquiriendo a lo largo de mi vida, y que ahora comparto con todos ustedes. ¿Por qué? Porque los conozco. A algunos los he visto en persona. A otros los he leído cuando dejan un comentario. Y a otros simplemente sé que andan por allí, vagando en el cyber espacio. Pero principalmente, porque son seres humanos, personas con un rostro y una personalidad más o menos definida, no emporios financieros amparados en una razón comercial. Porque en cada uno de ustedes comienza todo lo demás. En cada individuo está el origen de todo lo que sigue: la familia, los vecinos, los amigos, los compañeros de escuela o de trabajo, de viaje en camión o en Metro. Simplemente por eso. ¿O ustedes creen que hay algo que valga más que eso? Yo tampoco.
¿Qué van a encontrar en esta nueva página? De todo: música clásica, barroca, ópera, moderna, experimental, electrónica, jazz, rock, canto corso, rock progresivo, flamenco, tango, folk, folclor sudamericano, jazz-rock, de todo el mundo: Argentina, Rusia, Alemania, Grecia, México, Brasil, Canadá, Sudáfrica, Inglaterra, Córcega, Sicilia, Languedoc, Perú, Australia... Sólo tienen que ir a la siguiente dirección, y visitarla frecuentemente, y atreverse a oír cosas diferentes:
6 comentarios:
Mi querido Jose Manuel:
¿Existe alguna pagina en internet en la que se puedan leer tus textos poeticos?
Tu blog es fantastico, pero estoy seguro que a muchos de tus lectores nos encantaria poder leerlos.
Un abrazo,
Javier Torres Maldonado
Official web site of Javier Torres Maldonado: http://www.torresmaldonado.net/
Estimado Jose Manuel Rencillas:
Bueno pues, por alguna razón azarosa de la vida, me encuentro visitando tu página y he de decirte que me encuentro gratamente impresionado por tu nivel de comprensión de la música, sus elementos y partes. Tus juicios son, en su mayoría, objetivos y coherentes con una formulación teórica del asunto.
He de reconocer que eres un individuo al que tengo que aprenderle desde la "a" hasta la "z" con íes, apóstrofos y puntuación. Tu capacidad individual se denota en toda una amplitud de aspectos que es un poco difíciles conjuntar en una sola persona.
Ten por seguro que estaré por aquí, lellendo, analizando y retroalimentando. De inicio te considero ya como un apreciable amigo del cual escuchar y aprehender muchas cosas.
Te invito de antemano a que visites mis sitios web: http://djenyix.hi5.com y http://www.myspace.com/djenyix, cualquier apreciación y juicio tuyos respecto de la música ahí contenida serán muy bien recibidos y apreciados.
Mi info de contacto para intercambiar ideas e impresiones:
MSN: enyix@hotmail.com
Un abrazo fraternal.
Atentamente:
Hugo Alberto Bedolla a.k.a. DJ Enyix
Apreciado Manuel, tu pagina era agua fresca enmedio de rios de m... de las televisoras y radios comerciales, que nos deforman la mente y el alma, quienes quieren nos comportemos como zombies (incluye gobiernos). Bien por encontrarte nuevamente.
Apreciado Manuel, tu pagina era agua fresca enmedio de rios de m... de las televisoras y radios comerciales, que nos deforman la mente y el alma, quienes quieren nos comportemos como zombies (incluye gobiernos). Bien por encontrarte nuevamente.
Sin comentarios...has zanjado con dignidad y sin chulerías el tema del intercambio de bienes culturales.Yo también crecí escuchando música grabada en cassetes por que no tenía otra opción. Ahora soy profesor de guitarra e intento transmitir a mis alumnos mucho de lo que aprendí escuchando y tocando de oido aquellas grabaciones con lo cual sigue fluyendo la vida de la música fuera de sus contenedores de plástico.Tan solo no vería bien el comercio con las copias que uno hace para lucrarse, pero este sería otro debate. Gracias por tu antiguo blog y gracias por este.
http://fonotecadejmrecillas.blogspot.com/ también ha sido eliminado...
¿Ahora dónde?
Saludos
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