En el barroco, mis queridos cero lectores, los músicos solían tomar prestadas piezas suyas o de otros compositores a fin de utilizarlas en un marco distinto y con una finalidad distinta. Incluso, uno de los procedimientos favoritos era tomar una melodía popular y hacer variaciones sobre ella. Durante casi cuatro siglos, la melodía más popular en el continente europeo, y favorita de compositores, fue la llamada Las Folías, cuyo origen, según algunos estudiosos, se halla en Italia y otros en España. La hermosa melodía fue tomada por prácticamente todos los compositores del barroco con pocas excepciones. En Inglaterra, la melodía privilegiada desde el barroco y el Renacimiento fue Greensleaves. Pero incluso antes, en la Edad Media, compositores eclesiásticos tomaban melodías prestadas para hacer incluso misas, como lo demuestra la célebre misa basada en la melodía L’homme armé.
En el barroco, Bach mismo utilizó composiciones de otros músicos: Vivaldi, Telemann, entre otros muchos, para hacer arreglos para órgano o clavicordio, pero la obra de adaptación transformó los originales de modo que son obras de Bach. Algunos de esos conciertos se volvieron más célebres en las adaptaciones bachianas que en sus versiones originales —así el concierto para cuatro claves, a partir de uno para cuatro violines de Vivalid, por ejemplo.
Mozart mismo utilizó melodías de otros compositores en sus óperas, y en Don Giovanni no sólo “cita” un pasaje de su célebre Bodas de Fígaro, sino uno de Martín y Coll. Prácticamente todos los compositores desde el Renacimiento han tomado prestadas composiciones propias o de otros para adaptarlas y modificarlas a placer. En pleno auge del siglo XVIII los músicos populares pululaban por las principales ciudades europeas, y para acercar al pueblo las composiciones de Mozart, Rossini y otros muchos compositores célebres, se multiplicó una práctica común, que era la de armar pequeños conjuntos de instrumentos de viento, conocidos como Harmoniemusik, de los cuales algunos ejemplos han llegado hasta nuestros días. Lo que hacían estos músicos era asistir a la representación de alguna ópera, escuchar las melodías con cuidado, y a toda prisa, hacer una selección de las arias más brillantes de la misma, para después adaptarlas a este conjunto variopinto de instrumentos de aliento (clarinete, fagotes, oboes, una o dos trompas), e ir de ciudad en ciudad tocando esas adaptaciones y cobrando dinero a los transeúntes —dinero que no iba a parar a manos del compositor original.
Se puede afirmar que lo que hacían compositores e intérpretes de Harmoniemusik no era robarse la obra de otro, sino compartir con el público una música por la cual sentían un particular aprecio, aún si en el caso de los adaptadores de Harmoniemusik cobraban por sus interpretaciones.
En una escala mucho muy menor, mucha de mi propia formación como melómano, desde hace ya casi 25 o más años, se debe a otras personas que generosamente compartieron grabaciones de muy diversa índole conmigo, y me permitieron escapar de las garras de la mercantilización rampante y de la radio comercial, de modo que casi nunca he escuchado música que esté de moda, con muy pocas excepciones. Mucha de esa gente me grababa discos en cassettes, cuando éstos eran de vinil (que en ciudad de México llamamos de acetato), y más posteriormente, de CDs a cassettes. Cuando tuve oportunidad, compré mis propios discos, fueran de vinil o CDs, mismo que grababa en cassettes, cuando todavía había reproductores de este formato, para que no se rayaran mis originales. Cuando desapareció el formato de cintas grabadas, acudí a dos soluciones: primero, la copia fiel del CD original, o la compra de CDs inconseguibles en tiendas comerciales; y segundo, la descarga de material en formato mp3 a través de programas p2p.
Hace poco quise verificar la eficacia del portal para compra en línea de canciones de Televisa, Tarabú.com, con la finalidad de ver si de veras es lo que dicen, “la mejor tienda de música digital de habla hispana”. La decepción fue mayúscula. Para empezar, antes de poder siquiera entrar a la tienda virtual y ver que diablos ofrecen, como uno normalmente hace en cualquier tienda en la vida real, hay que descargar un reproductor especial que permita escuchar lo que el portal ofrece. Pero en esta tienda, que supuestamente desea proteger la propiedad intelectual de los compositores y demás blablablá, lo primero que me topé es con la sorpresa de que su reproductor, el esmasplayer, es un vil fusil del iTunes (mejor le hubieran puesto por nombre iTunespirate). Es decir, los defensores de la legalidad y la propiedad intelectual (el monopolio del entretenimiento en México), que quieren que uno compre música legal (y no pierden oportunidad para darse baños de pureza), comienzan por robarse el diseño del mejor reproductor de mp3 que hay en el mercado (tienen el descaro de que les vale). De plano ni siquiera seguí. ¿Para qué descargar un reproductor pirata si puedo confiar en el original? Me pregunté. La respuesta es muy obvia, quien descarga el programita puede decirle adiós a su privacidad, con la seguridad de que ese pinche programa malaca detectará toda música que no provenga de esa página como potencialmente pirateada, y seguramente habrá conflictos de alguna índole que no pienso averiguar. Además de que, como es mi caso, de plano dudo que pueda hallar en Tarabú.com algo que resulte medianamente atractivo, dado que no soy uno de esos que escucha al borrego aullador Elizalde, por mencionar sólo un caso. Ni pensar que en Tarabú.com pueda uno hallar alguna pieza de Passport o de Pat Metheny, por mencionar sólo dos ejemplos de cosas que me gustaría buscar, y que ya tengo.
Más aún, mis queridos cero lectores, debo recomendarles seriamente que no actualicen su explorador de Internet, ni acepten el sistema Vista de Windows, pues contienen desde el principio una artimaña que los coloca, a ustedes, y también a mí, como potenciales criminales, viles piratas. Para empezar, oculta las rutas de los archivos temporales, de modo que ustedes no tengan acceso a ellos, y cada vez que ustedes abren una página, o una foto nueva, no sólo oculta la ruta del archivo temporal, sino que borra el archivo temporal anterior. No parece nada malo, pero les sugiero que visiten, por ejemplo, la mejor página de fotografía que hay sobre el planeta: http://www.pbase.com/
En esta página hay, literalmente, millones de fotos de primerísima calidad, muchas en mediana resolución y muchas en alta. Pero no se pueden guardar en la computadora a la manera tradicional con el botón derecho sobre la foto y dar “Guardar como” porque lo que guarda es un archivo que no se puede ver. Mis cero lectores, les voy a dar la receta para descargar fotos y música gratis sin sentimientos de culpa. Todos alguna vez hemos visto una foto que nos ha gustado, pero que no podemos guardar. Para ello les sugiero las tres siguientes direcciones para que hagan sus pininos en la descarga profesional de material selecto:
http://www.pbase.com/
http://www.aboveandbeyond.nu/v2/welcome.php
http://www.mattdarey.com/v2/
La primera es la ya mencionada de fotografía. Las dos segundas corresponden a páginas de música donde se pueden escuchar sets en vivo (Matt Darey) o sets parciales (Above & Beyond). En estas dos, y en cualquiera de música de este tipo, el procedimiento es ligeramente distinto al de las fotos, aunque al final el procedimiento sea el mismo. Primero reproducen el audio, a través del reproductor que la misma página proporciona. Después, ustedes verán que en la parte de debajo del reproductor se ve claramente cómo avanza la pieza que están escuchando, y al mismo tiempo hay otro visualizador (verde en el de MD, gris en el de A&B) que avanza más rápidamente. Una vez que ese visualizador ha llegado al otro extremo, significa que el archivo de mp3 se ha cargado en la memoria de archivos temporales de Internet, y que si en ese momento se fuera la luz, o ustedes se desconectaran de Internet, aún así seguirían escuchándolo.
Para cualquiera de las tres páginas (o cualquier otra), a continuación siguen el siguiente procedimiento, paso a paso:
1. Se van al Menú superior de su buscador, y en Herramientas, se van a Opciones de Internet.
2. De allí se van al botón de Configuración.
3. De allí se van al botón de Ver archivos.
Acto seguido, el Explorador de Windows les muestra los archivos que quieren, y por peso los detectan, y ya solo los arrastran al Escritorio, o bien abren otra carpeta paralela al Explorador de Windows y allí colocan los archivos, para visualizarlos y estar seguros que están descargando el archivo deseado, sea una foto o un gif (esos muñequitos animados). Con este procedimiento, en la mencionada página lo que ustedes pueden hacer es abrir en la resolución deseada todo un set de fotografías (hay sets de más de cien fotos), y después las bajan todas una por una, en una sola operación de selección y descarga (atención, muchas veces los programas malacos de Wuindows avisan que el programa detectó una falla y debe cerrarse; no le den “Aceptar” como robots, esperen a que terminen la operación que estén haciendo, sin importar cuánto tarde; una vez finalizada la operación de traslado de archivos, pueden darle al botó de “Aceptar” y la aplicación se cerrará sin que ustedes hayan perdido ninguna información). Con el Vista o la versión 7 del Explorador de Internet, esta operación habría que hacerla con cada foto que abran, en el momento que la abran, y tendrían que configurar su máquina para que les muestre los archivos ocultos, a fin de hallar el de la foto o el archivo mp3 deseados. Es decir, una hueva infinita.
¿Hacer esto me convierte en pirata? De ninguna manera, desde el momento en que Televisa, que a toda hora y en todo momento se da baños de pureza acusando a los demás de piratas, se piratea en su portal de música por Internet un reproductor que no puede ser mejor que el iTunes, por el cual seguramente ni siquiera pidieron permiso ni pagaron regalías (ellos además se piratean cuanto programa de éxito hay en el extranjero; agárrense, ya viene la versión Televisa de Desperate Housewives, por el cual, naturalmente, no pagaron derechos ni permisos: ¿para qué si podemos hacerlo a la mexicana?). Más aún cuando Televisa y TV Azteca se la pasan pirateándose mutuamente sus mutuas basuras, como La fea más bella y Mi gorda bella, que son a su vez pirateadas de otras basuras menos abyectas en su origen, pero basuras al fin y al cabo.
Es un abuso que Microsoft nos considere criminales en potencia (más aún si piensan que sólo las empresas pueden declarar pérdidas por ingresos que no tuvieron, pueden declararse en quiebra y recibir un trato fiscal preferencial, cosa que el individuo común y corriente no puede —no habían pensado en eso, ¿verdad?) colocando sistemas de seguridad que previenen la posibilidad de que algún tarado se quiera salir del redil y sacar provecho en vez de enriquecerlos a ellos, ya podridos en dinero; equivale a esas advertencias en las tiendas departamentales que dicen: “Por su seguridad, esta tienda tiene cámaras de vigilancia”, lo que en realidad quiere decir “Usted es un pinche ratero en potencia, así que desde antes le avisamos que se ande con cuidadito, porque los únicos que tenemos derecho a robarle somos nosotros”. Más aún cuando Microsoft acaba de ser multada con US $ 1’140.00 por piratearse una patente de conversión de mp3, y encima “El asesor legal de Microsoft, Tom Burt, ha indicado que se trata de un veredicto que ‘no tiene ningún sustento en la ley o los hechos’, y aseguró que la compañía tratará de revocarlo o, en caso necesario, apelarlo” (verifiquen la noticia en el siguiente enlace: http://www.dancelatinoamerica.com/articulo.php?idNoticia=1019). Es decir, “Tenemos derecho a hacer lo que se nos dé la gana porque tenemos más dinero que el contribuyente y consumidor final, y se chingan”. Más grave aún cuando todo el tiempo los pinches programas de Microsoft se cierran porque detectaron un error en el programa, y nos piden que les avisemos de ese error a través del informe de errores. Cuando uno manda el informe de errores después de la enésima vez que un programa se cierra, por respuesta uno recibe un mensaje que dice (en inglés, además) que se trata de un error desconocido y que no tiene solución. ¡Increíble! Se le cae la puerta a mi coche, lo llevo con el mecánico y me dice que no puede hacer nada, que no sabe porqué se salió de su lugar. A eso equivale. Y encima, el gobierno de México le otorga la máxima condecoración a Bill Gates por su contribución al bienestar de México. ¡Semejante hijo de puta!
Mis queridos cero lectores, no existe tal cosa como la piratería desde el momento que sólo las grandes empresas pueden hacerlo. Es por eso que he decidido hacer algo radical. Por eso este post lo comencé con referencias históricas de los últimos 500 años en Occidente, pero también de los últimos 25 o 30 años de mi vida, al mencionar a mucha gente, más de la que podría mencionar aquí, que compartieron grabaciones y discos que estaban fuera de mi alcance y del mercado comercial sin cobrarme un centavo, y muchas veces incluso en sesiones donde me explicaban, paso a paso, las cualidades y virtudes de una interpretación. En honor a ellos, y a ustedes, he decidido poner toda mi fonoteca, repito, he decidido poner toda mi fonoteca en línea (más de mil 200 discos originales, más de dos mil quinientos archivos descargados de Internet, incluyendo varias discografías completas), sin costo alguno para nadie, totalmente gratis.
¿Qué es lo que deben hacer para tener acceso a esta enorme fonoteca en línea? Muy sencillo. Descargar de Internet algún programa p2p, como eMule plus o lPhant plus, y después, descargar con estos programas el programa Winrar para descompresión de archivos. ¿Cómo van a encontrar los casi 3 mil archivos de mi fonoteca? Con el buscador de estos programas escriben “jmrecillas@gmail.com” y el buscador les desplegará los archivos que estarán disponibles.
Por supuesto, ello implica varias cosas: que tanto ustedes como yo tengamos un disco duro de mucha capacidad, y que una vez bajado y descomprimido el archivo, lo dejen en línea para que otros puedan tener acceso al mismo. De mi parte, ya he empezado a crear los archivos mp3 de al menos tres docenas de discos, que estarán configurados para el reproductor de iTunes, a fin de que no tengan problemas de ninguna especie, así como una selección de sets en vivo de los mejores dj’s y una amplia selección de grabaciones de jazz de primer orden, así como discos de rock que jamás imaginaron ver de nuevo. Así, este aviso es para que tanto ustedes como yo, compremos un disco duro de al menos 250 GB y configuren su programa de descargas para que los archivos queden almacenados en éste. Ello significa, también, tener conexión de banda ancha, y tener la computadora encendida todo el santo día ininterrumpidamente, de modo que tendrán que configurar su pantalla para que no se apague nunca ni aplique protector alguno. Sólo en caso, por supuesto, que quieran salir del erial musical en el que a veces uno está condenado a vivir (sobre todo en provincia, donde si se tiene suerte lo más cercano a una tienda de discos es un Sanborns).
Mis queridos cero lectores, la cuenta regresiva ha empezado. Comiencen a ahorrar sus centavitos, que un paraíso de música sin igual los aguarda, y recuerden, no existe tal cosa llamada piratería, existe una hermandad que todo lo comparte.
En el barroco, Bach mismo utilizó composiciones de otros músicos: Vivaldi, Telemann, entre otros muchos, para hacer arreglos para órgano o clavicordio, pero la obra de adaptación transformó los originales de modo que son obras de Bach. Algunos de esos conciertos se volvieron más célebres en las adaptaciones bachianas que en sus versiones originales —así el concierto para cuatro claves, a partir de uno para cuatro violines de Vivalid, por ejemplo.
Mozart mismo utilizó melodías de otros compositores en sus óperas, y en Don Giovanni no sólo “cita” un pasaje de su célebre Bodas de Fígaro, sino uno de Martín y Coll. Prácticamente todos los compositores desde el Renacimiento han tomado prestadas composiciones propias o de otros para adaptarlas y modificarlas a placer. En pleno auge del siglo XVIII los músicos populares pululaban por las principales ciudades europeas, y para acercar al pueblo las composiciones de Mozart, Rossini y otros muchos compositores célebres, se multiplicó una práctica común, que era la de armar pequeños conjuntos de instrumentos de viento, conocidos como Harmoniemusik, de los cuales algunos ejemplos han llegado hasta nuestros días. Lo que hacían estos músicos era asistir a la representación de alguna ópera, escuchar las melodías con cuidado, y a toda prisa, hacer una selección de las arias más brillantes de la misma, para después adaptarlas a este conjunto variopinto de instrumentos de aliento (clarinete, fagotes, oboes, una o dos trompas), e ir de ciudad en ciudad tocando esas adaptaciones y cobrando dinero a los transeúntes —dinero que no iba a parar a manos del compositor original.
Se puede afirmar que lo que hacían compositores e intérpretes de Harmoniemusik no era robarse la obra de otro, sino compartir con el público una música por la cual sentían un particular aprecio, aún si en el caso de los adaptadores de Harmoniemusik cobraban por sus interpretaciones.
En una escala mucho muy menor, mucha de mi propia formación como melómano, desde hace ya casi 25 o más años, se debe a otras personas que generosamente compartieron grabaciones de muy diversa índole conmigo, y me permitieron escapar de las garras de la mercantilización rampante y de la radio comercial, de modo que casi nunca he escuchado música que esté de moda, con muy pocas excepciones. Mucha de esa gente me grababa discos en cassettes, cuando éstos eran de vinil (que en ciudad de México llamamos de acetato), y más posteriormente, de CDs a cassettes. Cuando tuve oportunidad, compré mis propios discos, fueran de vinil o CDs, mismo que grababa en cassettes, cuando todavía había reproductores de este formato, para que no se rayaran mis originales. Cuando desapareció el formato de cintas grabadas, acudí a dos soluciones: primero, la copia fiel del CD original, o la compra de CDs inconseguibles en tiendas comerciales; y segundo, la descarga de material en formato mp3 a través de programas p2p.
Hace poco quise verificar la eficacia del portal para compra en línea de canciones de Televisa, Tarabú.com, con la finalidad de ver si de veras es lo que dicen, “la mejor tienda de música digital de habla hispana”. La decepción fue mayúscula. Para empezar, antes de poder siquiera entrar a la tienda virtual y ver que diablos ofrecen, como uno normalmente hace en cualquier tienda en la vida real, hay que descargar un reproductor especial que permita escuchar lo que el portal ofrece. Pero en esta tienda, que supuestamente desea proteger la propiedad intelectual de los compositores y demás blablablá, lo primero que me topé es con la sorpresa de que su reproductor, el esmasplayer, es un vil fusil del iTunes (mejor le hubieran puesto por nombre iTunespirate). Es decir, los defensores de la legalidad y la propiedad intelectual (el monopolio del entretenimiento en México), que quieren que uno compre música legal (y no pierden oportunidad para darse baños de pureza), comienzan por robarse el diseño del mejor reproductor de mp3 que hay en el mercado (tienen el descaro de que les vale). De plano ni siquiera seguí. ¿Para qué descargar un reproductor pirata si puedo confiar en el original? Me pregunté. La respuesta es muy obvia, quien descarga el programita puede decirle adiós a su privacidad, con la seguridad de que ese pinche programa malaca detectará toda música que no provenga de esa página como potencialmente pirateada, y seguramente habrá conflictos de alguna índole que no pienso averiguar. Además de que, como es mi caso, de plano dudo que pueda hallar en Tarabú.com algo que resulte medianamente atractivo, dado que no soy uno de esos que escucha al borrego aullador Elizalde, por mencionar sólo un caso. Ni pensar que en Tarabú.com pueda uno hallar alguna pieza de Passport o de Pat Metheny, por mencionar sólo dos ejemplos de cosas que me gustaría buscar, y que ya tengo.
Más aún, mis queridos cero lectores, debo recomendarles seriamente que no actualicen su explorador de Internet, ni acepten el sistema Vista de Windows, pues contienen desde el principio una artimaña que los coloca, a ustedes, y también a mí, como potenciales criminales, viles piratas. Para empezar, oculta las rutas de los archivos temporales, de modo que ustedes no tengan acceso a ellos, y cada vez que ustedes abren una página, o una foto nueva, no sólo oculta la ruta del archivo temporal, sino que borra el archivo temporal anterior. No parece nada malo, pero les sugiero que visiten, por ejemplo, la mejor página de fotografía que hay sobre el planeta: http://www.pbase.com/
En esta página hay, literalmente, millones de fotos de primerísima calidad, muchas en mediana resolución y muchas en alta. Pero no se pueden guardar en la computadora a la manera tradicional con el botón derecho sobre la foto y dar “Guardar como” porque lo que guarda es un archivo que no se puede ver. Mis cero lectores, les voy a dar la receta para descargar fotos y música gratis sin sentimientos de culpa. Todos alguna vez hemos visto una foto que nos ha gustado, pero que no podemos guardar. Para ello les sugiero las tres siguientes direcciones para que hagan sus pininos en la descarga profesional de material selecto:
http://www.pbase.com/
http://www.aboveandbeyond.nu/v2/welcome.php
http://www.mattdarey.com/v2/
La primera es la ya mencionada de fotografía. Las dos segundas corresponden a páginas de música donde se pueden escuchar sets en vivo (Matt Darey) o sets parciales (Above & Beyond). En estas dos, y en cualquiera de música de este tipo, el procedimiento es ligeramente distinto al de las fotos, aunque al final el procedimiento sea el mismo. Primero reproducen el audio, a través del reproductor que la misma página proporciona. Después, ustedes verán que en la parte de debajo del reproductor se ve claramente cómo avanza la pieza que están escuchando, y al mismo tiempo hay otro visualizador (verde en el de MD, gris en el de A&B) que avanza más rápidamente. Una vez que ese visualizador ha llegado al otro extremo, significa que el archivo de mp3 se ha cargado en la memoria de archivos temporales de Internet, y que si en ese momento se fuera la luz, o ustedes se desconectaran de Internet, aún así seguirían escuchándolo.
Para cualquiera de las tres páginas (o cualquier otra), a continuación siguen el siguiente procedimiento, paso a paso:
1. Se van al Menú superior de su buscador, y en Herramientas, se van a Opciones de Internet.
2. De allí se van al botón de Configuración.
3. De allí se van al botón de Ver archivos.
Acto seguido, el Explorador de Windows les muestra los archivos que quieren, y por peso los detectan, y ya solo los arrastran al Escritorio, o bien abren otra carpeta paralela al Explorador de Windows y allí colocan los archivos, para visualizarlos y estar seguros que están descargando el archivo deseado, sea una foto o un gif (esos muñequitos animados). Con este procedimiento, en la mencionada página lo que ustedes pueden hacer es abrir en la resolución deseada todo un set de fotografías (hay sets de más de cien fotos), y después las bajan todas una por una, en una sola operación de selección y descarga (atención, muchas veces los programas malacos de Wuindows avisan que el programa detectó una falla y debe cerrarse; no le den “Aceptar” como robots, esperen a que terminen la operación que estén haciendo, sin importar cuánto tarde; una vez finalizada la operación de traslado de archivos, pueden darle al botó de “Aceptar” y la aplicación se cerrará sin que ustedes hayan perdido ninguna información). Con el Vista o la versión 7 del Explorador de Internet, esta operación habría que hacerla con cada foto que abran, en el momento que la abran, y tendrían que configurar su máquina para que les muestre los archivos ocultos, a fin de hallar el de la foto o el archivo mp3 deseados. Es decir, una hueva infinita.
¿Hacer esto me convierte en pirata? De ninguna manera, desde el momento en que Televisa, que a toda hora y en todo momento se da baños de pureza acusando a los demás de piratas, se piratea en su portal de música por Internet un reproductor que no puede ser mejor que el iTunes, por el cual seguramente ni siquiera pidieron permiso ni pagaron regalías (ellos además se piratean cuanto programa de éxito hay en el extranjero; agárrense, ya viene la versión Televisa de Desperate Housewives, por el cual, naturalmente, no pagaron derechos ni permisos: ¿para qué si podemos hacerlo a la mexicana?). Más aún cuando Televisa y TV Azteca se la pasan pirateándose mutuamente sus mutuas basuras, como La fea más bella y Mi gorda bella, que son a su vez pirateadas de otras basuras menos abyectas en su origen, pero basuras al fin y al cabo.
Es un abuso que Microsoft nos considere criminales en potencia (más aún si piensan que sólo las empresas pueden declarar pérdidas por ingresos que no tuvieron, pueden declararse en quiebra y recibir un trato fiscal preferencial, cosa que el individuo común y corriente no puede —no habían pensado en eso, ¿verdad?) colocando sistemas de seguridad que previenen la posibilidad de que algún tarado se quiera salir del redil y sacar provecho en vez de enriquecerlos a ellos, ya podridos en dinero; equivale a esas advertencias en las tiendas departamentales que dicen: “Por su seguridad, esta tienda tiene cámaras de vigilancia”, lo que en realidad quiere decir “Usted es un pinche ratero en potencia, así que desde antes le avisamos que se ande con cuidadito, porque los únicos que tenemos derecho a robarle somos nosotros”. Más aún cuando Microsoft acaba de ser multada con US $ 1’140.00 por piratearse una patente de conversión de mp3, y encima “El asesor legal de Microsoft, Tom Burt, ha indicado que se trata de un veredicto que ‘no tiene ningún sustento en la ley o los hechos’, y aseguró que la compañía tratará de revocarlo o, en caso necesario, apelarlo” (verifiquen la noticia en el siguiente enlace: http://www.dancelatinoamerica.com/articulo.php?idNoticia=1019). Es decir, “Tenemos derecho a hacer lo que se nos dé la gana porque tenemos más dinero que el contribuyente y consumidor final, y se chingan”. Más grave aún cuando todo el tiempo los pinches programas de Microsoft se cierran porque detectaron un error en el programa, y nos piden que les avisemos de ese error a través del informe de errores. Cuando uno manda el informe de errores después de la enésima vez que un programa se cierra, por respuesta uno recibe un mensaje que dice (en inglés, además) que se trata de un error desconocido y que no tiene solución. ¡Increíble! Se le cae la puerta a mi coche, lo llevo con el mecánico y me dice que no puede hacer nada, que no sabe porqué se salió de su lugar. A eso equivale. Y encima, el gobierno de México le otorga la máxima condecoración a Bill Gates por su contribución al bienestar de México. ¡Semejante hijo de puta!
Mis queridos cero lectores, no existe tal cosa como la piratería desde el momento que sólo las grandes empresas pueden hacerlo. Es por eso que he decidido hacer algo radical. Por eso este post lo comencé con referencias históricas de los últimos 500 años en Occidente, pero también de los últimos 25 o 30 años de mi vida, al mencionar a mucha gente, más de la que podría mencionar aquí, que compartieron grabaciones y discos que estaban fuera de mi alcance y del mercado comercial sin cobrarme un centavo, y muchas veces incluso en sesiones donde me explicaban, paso a paso, las cualidades y virtudes de una interpretación. En honor a ellos, y a ustedes, he decidido poner toda mi fonoteca, repito, he decidido poner toda mi fonoteca en línea (más de mil 200 discos originales, más de dos mil quinientos archivos descargados de Internet, incluyendo varias discografías completas), sin costo alguno para nadie, totalmente gratis.
¿Qué es lo que deben hacer para tener acceso a esta enorme fonoteca en línea? Muy sencillo. Descargar de Internet algún programa p2p, como eMule plus o lPhant plus, y después, descargar con estos programas el programa Winrar para descompresión de archivos. ¿Cómo van a encontrar los casi 3 mil archivos de mi fonoteca? Con el buscador de estos programas escriben “jmrecillas@gmail.com” y el buscador les desplegará los archivos que estarán disponibles.
Por supuesto, ello implica varias cosas: que tanto ustedes como yo tengamos un disco duro de mucha capacidad, y que una vez bajado y descomprimido el archivo, lo dejen en línea para que otros puedan tener acceso al mismo. De mi parte, ya he empezado a crear los archivos mp3 de al menos tres docenas de discos, que estarán configurados para el reproductor de iTunes, a fin de que no tengan problemas de ninguna especie, así como una selección de sets en vivo de los mejores dj’s y una amplia selección de grabaciones de jazz de primer orden, así como discos de rock que jamás imaginaron ver de nuevo. Así, este aviso es para que tanto ustedes como yo, compremos un disco duro de al menos 250 GB y configuren su programa de descargas para que los archivos queden almacenados en éste. Ello significa, también, tener conexión de banda ancha, y tener la computadora encendida todo el santo día ininterrumpidamente, de modo que tendrán que configurar su pantalla para que no se apague nunca ni aplique protector alguno. Sólo en caso, por supuesto, que quieran salir del erial musical en el que a veces uno está condenado a vivir (sobre todo en provincia, donde si se tiene suerte lo más cercano a una tienda de discos es un Sanborns).
Mis queridos cero lectores, la cuenta regresiva ha empezado. Comiencen a ahorrar sus centavitos, que un paraíso de música sin igual los aguarda, y recuerden, no existe tal cosa llamada piratería, existe una hermandad que todo lo comparte.
2 comentarios:
Gracias por el aviso y por tanta música.
Hoy cumple años Johann Sebastian Bach.
Hola José Manuel no sé que número de lector soy pero no creo que 0 ya que con mucho gusto he visto libros tuyos te mando un fuerte abrazo y mis saludos a tu hermano y mami mi correo es eunice1972@yahoo.com
Eunice Solis haber si no me he borrado de tu memorìa.
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