En algunas ocasiones he platicado con Javier Armas respecto a la piratería, a cómo la tecnología del Internet y la copia de programas permite una distribución más democrática de los productos industriales a quienes por diversas razones se ven excluidos de la bonanza económica del capitalismo salvaje, que encima pretende que los excluidos sean una suerte de forajidos. Con Daniel Gutiérrez, sociólogo, he platicado sobre lo que él llama fenómenos informales, que son formas de defenderse del abuso de las grandes empresas y del mercantilismo rastraro y rampante de nuestra época. Pero si la piratería tiene su lado bueno, es indudable que también tiene su lado malo.
Justamente la recién aprobada ley contra la piratería que nuestros leales diputados nos obsequiaron como regalo de fin de año, coloca no sólo en la ilegalidad la piratería y la copia de productos, sino que de facto declara que millones de mexicanos son ahora fugitivos de la ley, pues como se sabe, desconocer la ley no es óbice para acatarla. Lo curioso de esta ley es que, como ocurre con otras tipo impositivas, sirve para promover más lo que supuestamente busca combatir. ¿Por qué no meter en orden a las aduanas, que dependen directamente del Estado? No, mejor que trabajen otros. ¿Por qué no meter en orden a los vendedores ambulantes? No, mejor seguir cargándole la mano a los contribuyentes cautivos.
En fin, que el asunto de la piratería viene a cuento no tanto por las sesudas leyes que aprueban cada fin de año nuestros brillantes representantes populares, cuanto por el hecho de que hace poco descubrí una página que denuncia la verdadera piratería, la industrial, la que lejos de beneficiar al consumidor de escasos recursos, perjudica a todos: consumidores, productores, creadores, etcétera. Son a estos piratas a quienes habría que perseguir con el garrote de los hermanos Macana (¿se acuerda alguien de esa caricatura?), y a sus cómplices que desde el Estado mismo, permiten que el mercado y la producción nacional se vea seriamente afectada.
Se trata de una página verdaderamente sensacional, divertida a más no poder, y lo sería más si no fuera por el hecho de que lo que denuncian es trágico. Parecería que piratearse una película no es tan malo si se trata de, como una suerte de Robin Hood moderno, se le roba a quien más tiene para que los que menos tengan, tengan un poco más. Y aquí, por supuesto, el rencor hacia el extranjero, léase el gringo, parece históricamente justificado: se robaron la mitad de nuestro territorio, nada perdemos con hacer que pierdan algunos dolaritos. Pero cuando el ladrón se roba algo nuestro, entonces las cosas cambian, ya no es tan divertido. O a lo mejor sí. Qué sé yo. El caso es que esta página se llama pincheschinos y está genial.
Es una página dedicada a denunciar el robo descarado que los chinos hacen por todo el mundo, empezando por el emblema del IMSS, que un pinche chino se pirateó con el paladino argumento de yo no sabía que ya existía el logo. La página está hecha por unos tipos en Monterrey, por el acento y ciertas claves en sus mensajes. Lo importante no es eso, por supuesto, sino el hecho de que la denuncia no es hecha con amarillismo o en un tono de moralidad barata, como lo que hacen los distrubuidores de películas, sino con un desenfado y un sentido del humor que han provocado que los acusen de xenófobos (me suena conocido, pues a mí también me han acusado de xenófobo, y de racista, y ya no recuerdo de qué tantas otras cosas). Lo importante es que pincheschinos es una página que pone en evidencia el grado de desfachatez y abuso de los ojos rasgados, pero con un humor ácido que es de agradecer. El enlace a la página es el siguiente: http://pincheschinos.blogspot.com
Justamente la recién aprobada ley contra la piratería que nuestros leales diputados nos obsequiaron como regalo de fin de año, coloca no sólo en la ilegalidad la piratería y la copia de productos, sino que de facto declara que millones de mexicanos son ahora fugitivos de la ley, pues como se sabe, desconocer la ley no es óbice para acatarla. Lo curioso de esta ley es que, como ocurre con otras tipo impositivas, sirve para promover más lo que supuestamente busca combatir. ¿Por qué no meter en orden a las aduanas, que dependen directamente del Estado? No, mejor que trabajen otros. ¿Por qué no meter en orden a los vendedores ambulantes? No, mejor seguir cargándole la mano a los contribuyentes cautivos.
En fin, que el asunto de la piratería viene a cuento no tanto por las sesudas leyes que aprueban cada fin de año nuestros brillantes representantes populares, cuanto por el hecho de que hace poco descubrí una página que denuncia la verdadera piratería, la industrial, la que lejos de beneficiar al consumidor de escasos recursos, perjudica a todos: consumidores, productores, creadores, etcétera. Son a estos piratas a quienes habría que perseguir con el garrote de los hermanos Macana (¿se acuerda alguien de esa caricatura?), y a sus cómplices que desde el Estado mismo, permiten que el mercado y la producción nacional se vea seriamente afectada.
Se trata de una página verdaderamente sensacional, divertida a más no poder, y lo sería más si no fuera por el hecho de que lo que denuncian es trágico. Parecería que piratearse una película no es tan malo si se trata de, como una suerte de Robin Hood moderno, se le roba a quien más tiene para que los que menos tengan, tengan un poco más. Y aquí, por supuesto, el rencor hacia el extranjero, léase el gringo, parece históricamente justificado: se robaron la mitad de nuestro territorio, nada perdemos con hacer que pierdan algunos dolaritos. Pero cuando el ladrón se roba algo nuestro, entonces las cosas cambian, ya no es tan divertido. O a lo mejor sí. Qué sé yo. El caso es que esta página se llama pincheschinos y está genial.
Es una página dedicada a denunciar el robo descarado que los chinos hacen por todo el mundo, empezando por el emblema del IMSS, que un pinche chino se pirateó con el paladino argumento de yo no sabía que ya existía el logo. La página está hecha por unos tipos en Monterrey, por el acento y ciertas claves en sus mensajes. Lo importante no es eso, por supuesto, sino el hecho de que la denuncia no es hecha con amarillismo o en un tono de moralidad barata, como lo que hacen los distrubuidores de películas, sino con un desenfado y un sentido del humor que han provocado que los acusen de xenófobos (me suena conocido, pues a mí también me han acusado de xenófobo, y de racista, y ya no recuerdo de qué tantas otras cosas). Lo importante es que pincheschinos es una página que pone en evidencia el grado de desfachatez y abuso de los ojos rasgados, pero con un humor ácido que es de agradecer. El enlace a la página es el siguiente: http://pincheschinos.blogspot.com
1 comentario:
Ja ja ja, neta que está para reirse un rato, pinches chinos piratas, y pinches chinos cabrones, pero no quiero que los chinos en general tomen a mal esto, sólo los chinos culeros ¿ok?
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