Sucedió lo que muchos en México querían que sucediera: que la selección nació-mal pasara a la siguiente fase de la Copa Mundial de fútbol. Lo malo es que, después de la actuación de la participación en Argentina 1978, ésta es la peor participación de un equipo nació-mal. Cada vez juega peor ese equipo, ¿y las televisoras? Mentira tras mentira, dándole atole con el dedo a la afición. ¿Saben qué es lo peor? Que le venden a la gente fórmulas para aceptar su mediocridad y ocultarse detrás de esas fórmulas. Ya lo había hecho Televisa cuando les vendió a los norteños, y se la tragaron enterita y sin chistar, la idea de que aunque se había ido a segunda división su equipo, ellos eran la mejor afición de México, y desde entonces lo repiten como una suerte de mantram que oculta la pasmosa mediocridad de su equipo. Pues ahora TV Azteca le vende a esa misma afición, que deglute lo que sea, la misma idea, pero ahora a nivel nacional, para paliar un poco la pasmosa mediocridad y el patético conformismo de una afición que si por algo se caracteriza es por su ignorancia. Y ahora felicitan a la que ellos llaman "la mejor afición del mundo", ya que es imposible felicitar a uno de los equipos más mediocres de la historia del futbol nacional. Y por supuesto, los aficionados se la van a tragar enterita, como antes lo hicieron los norteños con el mismo anzuelo. No les voy a repetir, mis cero lectores, lo que fuera de México se dice de la selección nacional, donde no quieren tapar el sol con un dedo, y donde no se creen esa "mentira que me dije y me creí" (Sabines, ¡yeeeech!) de la competencia entre aficiones. Y para que no se hagan ilusiones, anticipando lo que inevitablemente sucederá (que es: Argentina mostrará la mediocridad del equipo nació-mal y a la afición le venderán la idea de que se hizo lo que se pudo, pero el globo que inflaron se desinfló desde el primer partido), reproduzco un post aparecido en http://elhuevo.blogspot.com, mientras se desarrollaba el juego entre México y Portugal (respeto la redacción original):
En este momento el 98% de la oficina esta viendo el partido de México contra Portugal en el auditorio de la empresa. Yo estoy leyendo en mi lugar.
Comencé a verlo, pero me salí en cuanto vi que el jugador estrella, la esperanza y orgullo de México, el último tampón de la caja; Rafael Márquez, se creyó portero.
Ahora bien, lo que voy a decir a continuación no nace del coraje, rabia y ardor de un fanático decepcionado. No es así desde el momento en que yo no soy, en primera, fanático de México, y en segunda, fanático del fútbol. Es, llanamente, la visión de alguien que ve el fútbol tal como es: una fragua de odios gratuitos entre naciones.
En cierta manera, me da pena y siento un poco de lastima por los verdaderos fanáticos. Vi sus caras de decepción cuando Portugal, a la primera oportunidad que tuvo, metió un gol. Vi su gesto de frustración cuando se marco el penalty. Vi que –casi– todas sus esperanzas caían en saco roto. Y todo por creer que este país pitero podría tener una selección que no fuera igual de pitera.
Porque cuando uno ve "la pasión" del fútbol desde afuera, objetivamente, lo que se ve, por lo menos en lo que respecta a la selección mexicana, es lo mismo que se ve en las exhibiciones de globos aerostaticos: mucho aire, mucho volumen y mucho color, pero poca sustancia.
El problema, creo yo, fueron esos tres goles contra Irán. No se porque, pero eso hizo que la gente se imaginara ya a México en las semifinales, por lo menos. Uno que no sabe mucho de fútbol, se pregunta: "¿Y quien carajos es Irán?" Porque yo, según mis cortas entendederas, Mundial es igual a Brasil, Italia, Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda y Argentina.
Y yo lo que vi es que perdimos contra dos de ellos.
Luego, inocentemente pensé que con el empate ante Angola, (¿Angola tiene campos de fútbol?) la gente iba a aceptar la realidad, la realidad de una selección mediocre a la que le queda grande un campo mundialista. Pero no, sorprendentemente, la gente seguía pensando que los mexicanos podían golear a Portugal, ja.
Todavía, en los primeros minutos, cuando Portugal le estaba pegando una bailada de antología a México, creí que la gente entendería, pero de nuevo, me equivoque; me daba un poco de pena ajena que en cuanto México tocaba el balón, (para perderlo 2.4 nanosegundos después) todos se emocionaran como si estuvieran tirando a la portería.
(Creo que México acaba de anotar; gritaron mucho allá adentro. Pero eso no cambia nada, al contrario, cuando acabe el partido, su frustración será mayor, ya que, ilusamente, sentirán que la victoria estuvo cerca, cuando en realidad, la mediocridad de la selección siempre los tuvo alejados de ella.)
Y repito, esto no viene de un ardido mexicano, no. A mi el fútbol ni me va ni me viene. No siento ese barato fervor patriota ni ese chauvinismo vergonzoso y ridículo que parece afectar a la mayoría de los mexicanos en lo referente a la selección. Por eso no me da pena decir que en cuanto vi que iban a apalear a México, deje de ver el partido; simplemente, es desagradable ver como la gente se vuelca, sufre y desespera con algo que, al final de cuentas, no vale la pena.
(Ja, creo que México fallo una buena oportunidad, y el estruendo de la emoción seguido por el anticlímax de la decepción ilustra mejor que nada este post. El famoso "ya merito" que todos los seguidores de la selección deberían tener tatuado en la frente.)
Frente a mi hay dos compañeros; uno de ellos, al igual que yo, no le interesa el fútbol, cuando se oyó el estruendo de la jugada fallida (supongo) nos volteamos a ver, se rió y dijo: "La gente se emociona demasiado, pero allá ellos" Yo nomás me reí. Pero el otro, que salio poco después que yo, si lo hizo por vergüenza y coraje, traía una cara larga y cuando otro le pregunto si no iba a regresar a ver el partido, dijo algo entre dientes e hizo un gesto que cualquier mexicano entiende, el gesto que significa: "Tsk!, pinche bola de pendejos". Eso me daría tristeza si no me valiera tanto verga.
¿Que soy mal mexicano por no apoyar a la sele? Si, tal vez, pero peores mexicanos son los que la apoyan nomás por el hecho de ser mexicanos, eso es cerrar los ojos y consecuentar (y justificar) la mediocridad con el pretexto del nacionalismo. Por lo menos yo no la apoyaba desde el principio y no me comporto como rata que abandona el barco antes de que se hunda.
Ahora bien, no tengo idea si aun perdiendo México pasa a la siguiente etapa. Ojala no, ya que así se seguiría alimentando la falsa ilusión de una selección, que aunque pierda y la cague una y otra vez, tiene aun derecho a seguir midiéndose con los que por lo menos, no traen la marca de la mediocridad reluciente en la frente.
(jajajaja, en verdad no me gustaría hacer leña del árbol caído, pero acaban de salir unos cuantos del auditorio bufando; al parecer un pendejo (son sus palabras, no mías) fallo un penal. Para que luego digan que yo soy el que hablo mal de esa tanda de mediocres achicados)
De todos modos, a mi ni me gusta el fútbol. Mejor sigo leyendo "El Hombre demolido", titulo muy ad hoc en este momento para la fanaticada.
Yo.
¿Algo más que agregar? Yo creo que no. Sería deseable que los aficionados dejaran de dorarse la píldora con fórmulas que ocultan la mediocridad del país, como ésa de "la mejor afición del mundo". ¡Por favor! ¿No han visto a la fanaticada argentina, a la alemana, a los holandeses, a los ingleses, a la brasileña? ¡Esas son aficiones que no se conforman con placebos y exigen sus derechos! Pero para eso, primero hay que ser ciudadanos, cumplir con sus obligaciones para exigir después. Y en México eso no es posible. ¡Viva la mediocridad premiada!
En este momento el 98% de la oficina esta viendo el partido de México contra Portugal en el auditorio de la empresa. Yo estoy leyendo en mi lugar.
Comencé a verlo, pero me salí en cuanto vi que el jugador estrella, la esperanza y orgullo de México, el último tampón de la caja; Rafael Márquez, se creyó portero.
Ahora bien, lo que voy a decir a continuación no nace del coraje, rabia y ardor de un fanático decepcionado. No es así desde el momento en que yo no soy, en primera, fanático de México, y en segunda, fanático del fútbol. Es, llanamente, la visión de alguien que ve el fútbol tal como es: una fragua de odios gratuitos entre naciones.
En cierta manera, me da pena y siento un poco de lastima por los verdaderos fanáticos. Vi sus caras de decepción cuando Portugal, a la primera oportunidad que tuvo, metió un gol. Vi su gesto de frustración cuando se marco el penalty. Vi que –casi– todas sus esperanzas caían en saco roto. Y todo por creer que este país pitero podría tener una selección que no fuera igual de pitera.
Porque cuando uno ve "la pasión" del fútbol desde afuera, objetivamente, lo que se ve, por lo menos en lo que respecta a la selección mexicana, es lo mismo que se ve en las exhibiciones de globos aerostaticos: mucho aire, mucho volumen y mucho color, pero poca sustancia.
El problema, creo yo, fueron esos tres goles contra Irán. No se porque, pero eso hizo que la gente se imaginara ya a México en las semifinales, por lo menos. Uno que no sabe mucho de fútbol, se pregunta: "¿Y quien carajos es Irán?" Porque yo, según mis cortas entendederas, Mundial es igual a Brasil, Italia, Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda y Argentina.
Y yo lo que vi es que perdimos contra dos de ellos.
Luego, inocentemente pensé que con el empate ante Angola, (¿Angola tiene campos de fútbol?) la gente iba a aceptar la realidad, la realidad de una selección mediocre a la que le queda grande un campo mundialista. Pero no, sorprendentemente, la gente seguía pensando que los mexicanos podían golear a Portugal, ja.
Todavía, en los primeros minutos, cuando Portugal le estaba pegando una bailada de antología a México, creí que la gente entendería, pero de nuevo, me equivoque; me daba un poco de pena ajena que en cuanto México tocaba el balón, (para perderlo 2.4 nanosegundos después) todos se emocionaran como si estuvieran tirando a la portería.
(Creo que México acaba de anotar; gritaron mucho allá adentro. Pero eso no cambia nada, al contrario, cuando acabe el partido, su frustración será mayor, ya que, ilusamente, sentirán que la victoria estuvo cerca, cuando en realidad, la mediocridad de la selección siempre los tuvo alejados de ella.)
Y repito, esto no viene de un ardido mexicano, no. A mi el fútbol ni me va ni me viene. No siento ese barato fervor patriota ni ese chauvinismo vergonzoso y ridículo que parece afectar a la mayoría de los mexicanos en lo referente a la selección. Por eso no me da pena decir que en cuanto vi que iban a apalear a México, deje de ver el partido; simplemente, es desagradable ver como la gente se vuelca, sufre y desespera con algo que, al final de cuentas, no vale la pena.
(Ja, creo que México fallo una buena oportunidad, y el estruendo de la emoción seguido por el anticlímax de la decepción ilustra mejor que nada este post. El famoso "ya merito" que todos los seguidores de la selección deberían tener tatuado en la frente.)
Frente a mi hay dos compañeros; uno de ellos, al igual que yo, no le interesa el fútbol, cuando se oyó el estruendo de la jugada fallida (supongo) nos volteamos a ver, se rió y dijo: "La gente se emociona demasiado, pero allá ellos" Yo nomás me reí. Pero el otro, que salio poco después que yo, si lo hizo por vergüenza y coraje, traía una cara larga y cuando otro le pregunto si no iba a regresar a ver el partido, dijo algo entre dientes e hizo un gesto que cualquier mexicano entiende, el gesto que significa: "Tsk!, pinche bola de pendejos". Eso me daría tristeza si no me valiera tanto verga.
¿Que soy mal mexicano por no apoyar a la sele? Si, tal vez, pero peores mexicanos son los que la apoyan nomás por el hecho de ser mexicanos, eso es cerrar los ojos y consecuentar (y justificar) la mediocridad con el pretexto del nacionalismo. Por lo menos yo no la apoyaba desde el principio y no me comporto como rata que abandona el barco antes de que se hunda.
Ahora bien, no tengo idea si aun perdiendo México pasa a la siguiente etapa. Ojala no, ya que así se seguiría alimentando la falsa ilusión de una selección, que aunque pierda y la cague una y otra vez, tiene aun derecho a seguir midiéndose con los que por lo menos, no traen la marca de la mediocridad reluciente en la frente.
(jajajaja, en verdad no me gustaría hacer leña del árbol caído, pero acaban de salir unos cuantos del auditorio bufando; al parecer un pendejo (son sus palabras, no mías) fallo un penal. Para que luego digan que yo soy el que hablo mal de esa tanda de mediocres achicados)
De todos modos, a mi ni me gusta el fútbol. Mejor sigo leyendo "El Hombre demolido", titulo muy ad hoc en este momento para la fanaticada.
Yo.
¿Algo más que agregar? Yo creo que no. Sería deseable que los aficionados dejaran de dorarse la píldora con fórmulas que ocultan la mediocridad del país, como ésa de "la mejor afición del mundo". ¡Por favor! ¿No han visto a la fanaticada argentina, a la alemana, a los holandeses, a los ingleses, a la brasileña? ¡Esas son aficiones que no se conforman con placebos y exigen sus derechos! Pero para eso, primero hay que ser ciudadanos, cumplir con sus obligaciones para exigir después. Y en México eso no es posible. ¡Viva la mediocridad premiada!
5 comentarios:
También son mediocres los que critican la mediocridad de los demás y así sucesivamente, es decir que yo también soy mediocre por criticar tu mediocridad y ad infinitud (si es que se dice así). En vez de ser tan criticoncitos, ¿están haciendo algo por salir de la mediocridad? ¿o creen que por leer a autores alemanes y/o autores con nombres mamones y escuchar a Mozart/Bach y cía. se les va a quitar?
A mí también me parece que nos doran la píldora (en cuanto al fut) pero, ¿y qué?, lo mejor es saberlo y no creerlo y aún así seguir viéndolo por desear hacerlo.
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INteresante informacion es increible que la seleccion estuviera tan mal en esa participacion ya que se pensaba que iva a estar mejor.
Es un sitio muy interesante realmente me gusto ya que la mediocridad es un tema del que se habla muy poco.
Cada vez juega peor ese equipo, ¿y las televisoras? Mentira tras mentira, dándole atole con el dedo a la afición. ¿Saben qué es lo peor? Que le venden a la gente fórmulas para aceptar su mediocridad y ocultarse detrás de esas fórmulas.
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