Mis estimado cero lectores, hace unos días me llegó un mail con respecto a una invitación a participar en una votación mundial para elegir a las nuevas siete maravillas, en virtud de que de las viejas siete por todos conocidas, la única que queda en pie son las pirámides de Egipto. Para elegir a las nuevas siete maravillas, un grupo salido sepa la bola de dónde y con sabrá Dios o el azar con qué fines aviesos, se ha propuesto elaborar una página web que acepta propuestas de posibles maravillas que sustituyan a las antiguas siete, a través de una votación mundial. El mail en cuestión decía que de México la única maravilla propuesta eran las pirámides de Chichén Itzá, y que estaba en el lugar 15; no hacía una defensa a ultranza de lo mexicano ni recurría al patriotismo ramplón que muchas veces acompaña cualquier defensa de "lo nuestro". Y ponía como ejemplo que la estatua de la libertad, en Nueva York, tenía muchos más votos y estaba entre las siete primeras. Es verdad que las pirámides de Chichén Itzá son, desde cualquier perspectiva, más importantes que la estatua de la libertad. Pero no creo que el llamado a votar por México (después de visitar la página, me dieron más ganas de votar por Hagia Sofía o por Angkor Vat que por las pirámides de Chichén Itzá; I'm sorry) por vía mail vaya a ayudar en algo.
La razón es muy simple, es matemática pura. Estados Unidos es el país que más usuarios de Internet tiene en el mundo, y es una población que conoce la red, sabe de su importancia y de su impacto. Comparados con el país vecino, nosotros aún estamos en las cavernas. Mientras que los usuarios en Estados Unidos abarca todos los niveles sociales, educativos, y todas las regiones del país (y mientras que en muchos sitios de Estados Unidos y en Europa la conexión a Internet es gratuita y está disponible en cualquier sitio público, sin necesidad de claves de usuarios ni ninguna de las jangadas que en nuestro país nos siguen recetando los proveedores del servicio), en México somos un país en el que apenas el 8 por ciento de las familias tiene acceso a Internet, aunque en el caso de las más pobres su acceso es de menos del uno por ciento (son datos de la SEP; que suelen ser muy optimistas, así que imaginen la realidad: una pesadilla). Así de simple. Y si consideramos que la mayoría de esa minoría que usa la Internet es, además, casi analfabestia, pues en realidad es asombroso que las pirámides de Chichén Itzá estén en el sitio 15.
Pero también es un hecho que esto de hacer esta suerte de ranking de las maravillas del mundo sólo demuestra algo que siempre he señalado: la democracia es una falacia, un engaño, y una mentira. Que sean sólo votos lo que determine que alguna construcción sea o no una nueva séptima maravilla favorece a países como Estados Unidos, donde la población está realmente informada (bueno, es un decir), y donde la Internet es un medio al alcance de cualquiera, no un lujo, como en México, donde el 50 por ciento de la población vive en pobreza extrema, y un 20 o 30 por ciento más vive por encima del límite de la pobreza; es decir, funciona en países que no son Jodilandia, que es en donde en realidad vivimos. ¿Alguien me va a decir que no?
Por otro lado, si no queda Chichén Itzá entre las nuevas siete maravillas, no habrá que lamentarlo ni rasgarse las vestiduras. Como decía Jerry Seinfeld, no sé qué tan oficiales sean tales nombramientos, en especial si no provienen de una instancia medianamente prestigiosa, con fines verdaderamente culturales, como la UNESCO. Que un gringo considere la estatua de la libertad una maravilla habla más mal de él (y muestra cuán idiotas son) que del hecho que una verdadera maravilla se codee con semejante adefesio, u otras por el estilo (la Torre Eiffel, por ejemplo, que los idiotas de Torreón, por ejemplo, tienen una copia todavía más chafa que la que hay en Las Vegas).
No, mis cero lectores, mejor ocupémonos de cosas realmente importantes, y dejemos el onanismo para cuando estemos solos en la casa.
1 comentario:
Hola, creo que también la Muralla china era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Qué bueno que regresaste al mundo del blog. Saludos. Blanca
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