Estimados cero lectores, la semana pasada el enano calvo que está al frente del Poder Ejecutivo de la Nación demostró lo que en privado he dicho a amigos y familiares: que es más peligroso un pendejo que no lo parece (él), que uno que se ostenta abiertamente como tal (Fox). En realidad el asunto de los soldados declarados héroes por el pitufo mayor constituye, en los hechos, una devaluación del heroísmo, si aceptamos sus rebuznos como un oráculo. El asunto es que de su repungante hocico salió una de esas perlas que el anterior titular de ese mismo cargo tardó más de año y medio en obsequiarnos. Con motivo de tan egregias palabras, y contrario a mis hábitos lírico-literarios, escribí el siguiente poema, para inmortalizar tan sabias palabras. He pensado que el único epígrafe que refleja cabalmente la sabiduría presidencial es aquel célebre apotegma que dice, simple y llanamente, “Habló el buey, y dijo Mú”. Quienes ya conocen mi poesía, no les sorprenderá descubrir que se trata de un poema totalmente anticlimático.
Murieron como héroes
No hubo honor ni defensa de la Patria,
no pertrechos ni gloria ni estrategia.
No había preparada guerra alguna.
Sobre senderos de muerte y olvido
la Historia se construye
y su huella dejando va.
Sobre muerte y olvido y sangre y lodo
y desmembrados cuerpos
alegremente la guerra campea.
Ante el Hades o la traición se cena,
sabiendo la amargura, de antemano,
que el bocado consigo trae.
Ve las ciudades envueltas en ruinas,
muros que atardeceres ya no ven
– la honra de los dioses yace oculta
Aquí y allá la historia secretos guarda,
guijarros de un pasado enmudecido
que apenas vive en la desolación.
Ve la Historia – memoria hacia el futuro
– el cerco amenazante y la ciudad
– la Patria vagabunda y defendida
No hubo honor ni defensa de la Patria,
tampoco sacrificio que honrase nombre alguno –
Apenas se movió la hora.
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