martes, mayo 16, 2006

El plagio de Handel a Handel, según Ernesto de la Peña

Mis estimados cero lectores, el pasado 6 de mayo, la estación Opus 94 transmitió el concierto de clausura de la temporada de ópera del Metropolitan Opera House, desde Nueva York, con la magnífica ópera de Handel, Rodelinda. Los comentarios estuvieron a cargo de Ernesto de la Peña. Usualmente, De la Peña es alguien confiable, cuyos comentarios pueden ayudar al escucha, o al lector. Sin embargo, en su comentario de esta obra cometió un error imperdonable y, en mi opinión, garrafal.

En uno de los actos, comentó que Handel ocasionalmente “se plagiaba a sí mismo”. Al abundar en ello, De la Peña señaló que por plagio se debe entender “el deseo de parecerse a otro autor”. Naturalmente, esto me sobresaltó, pues el sentido de la palabra de ninguna manera es éste, pues si como señaló De la Peña el plagio es “querer parecerse a alguien”, ¿eso significa que Handel quería parecerse a Handel? No tiene sentido. Más aún si tomamos en consideración el sentido real de la palabra, que de acuerdo a la XXII edición del Diccionario de la Lengua de la RAE “Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”. Pero si Handel toma una obra propia no puede estarse plagiando a nadie, menos a sí mismo. No hay que perder de vista el contexto legal que rodea a la palabra, que además, hoy día implica el “robo de propiedad intelectual”, que por supuesto, en este caso, no existe. Ya me he referido en otra oportunidad, cuando hablé de los dee-jays, al uso de esta técnica musical, usual desde el barroco, en donde Bach fue un maestro consumado. Esta técnica se llama pastiche, y tiene que ver muy poco con lo que esta palabra significa en el español de nuestros días, a saber “Imitación o plagio que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente”.

¿Qué es el pastiche, en términos histórico-musicales? Para conocimiento de mis cero lectores, y de Ernesto de la Peña, es un procedimiento compositivo que consiste en la reutilización de una obra previa, concebida para un contexto específico, en otro. Bach usó extensivamente este procedimiento en muchas de sus cantatas, para las cuales tomaba pasajes de obras previas, o incluso de otras cantatas, para usarlos en nuevas composiciones. La máxima creación de Bach es, sin duda, la Misa en si menor, monumental y magistral construcción musical de pasajes reelaborados y nueva escritura. No hay que confundir el pastiche con la transcripción, que puede ser una reducción (las sinfonías de Beethoven para piano de Lizst) o una orquestación (los cuadros para una exposición en orquestación de Ravel). A esto me referí cuando hablé a la estación para aclarar el comentario del maestro Ernesto de la Peña, que con toda su cultura, desconoce este procedimiento. Handel usa pasajes de sus conciertos para órgano en alguno de sus oratorios, pero también usa pasajes de otras obras suyas en sus óperas, lo cual no significa que esté robándose nada, ni quiera parecerse a Handel. No, está dándole un contexto nuevo a algo que ya había escrito. ¿Por qué Handel habría de querer parecerse a Handel? Handel es Handel.

Como ven, mis queridos cero lectores, el plagio es un concepto moderno, en un contexto digamos legal, que implica algo deshonesto. ¿Dónde está la deshonestidad al tomar algo que el autor mismo compuso previamente y ahora va a usar en otro contexto? Hay que asomarse a la historia musical. Incluso el uso de melodías populares no implica plagio. Las Folías y Greensleaves, probablemente las melodías más populares desde el barroco, por no hablar de La Chanson del’homme armé medieval, usadas a placer por prácticamente todos los compositores desde entonces, constituyen ejemplos de reutilización de obras célebres y celebradas con fines distintos, no de plagios ni robos ni deseos de parecerse a nadie.

Así pues, mis cero lectores, maestro Ernesto de la Peña, no hay el más mínimo asomo de plagio en estos procedimientos compositivos usados por Bach, Handel, Mozart, y otros muchos.

3 comentarios:

Gerardo de Jesús Monroy dijo...

La verdad es que siempre disfruté las intervenciones radiofónicas de Ernesto de la Peña mientras viví en el D.F.

Anónimo dijo...

En realidad yo creo que es posible tomar distancia de la propia obra, especialmente de aquella creada en momentos pasados, y luego intentar hacer algo similar, con lo que nos estaríamos asemejando a nosotros mismos, pero a un nosotros pasado.
Incluso imagino a alguien que crea algo que es muy bien aceptado, y que luego ante la incertidumbre y el temor a que el próximo emprendimiento carezca de aquel éxito, decide ir a lo seguro, que es emular sus viejas fórmulas, distinguiéndolas lo necesario; con lo que no digo que acaso esa haya sido la motivación de Haëndel, Mozart, u otros, puesto que no tengo la más remota idea de qué pensaban, preferían ni sentían.
Solo digo que me parece comprensible que así suceda, copiarse a uno mismo, a un yo pasado, bajo ciertas circunstancias e inquietudes, y bajo ciertas otras circunstancias.
Inevitablemente, la base de quien emplea técnicas que se basan en recuperar y transformar otros trabajos (de otros o del yo pasado) está en la copia, ese el paso primero.

Bais!

Antiartista dijo...

Mmm garrafal.. ami parecer imperdonable... esa actitud es la de alguien frustrado no crees!??