Mis estimado cero-lectores. Hace tiempo quen no subo textos al blog. Y dada la situación del país, es tiempo (desde hace tiempo que lo era, pero ahora más que nunca) de definiciones. Les dejo, entonces, el siguiente poema, que forma parte de un conjunto de poemas históricos. En este caso el título lo dice todo.
El título del poema es Otra traición de Victoriano Huerta. Está dedicado a Jelipillo Calderón, mejor conocido como El usurpador. Pero no se espanten quienes votaron por él. No es un poema político. Es sólo un poema acerca de la historia. ¿O debo decir acerca de la Historia?
Jelipillo emulando a Victoriano Huerta,
con el Congreso avalando su calidad de Presidente de México.
Otra traición de Victoriano Huerta
¿No es acaso la Historia un Paraíso
en el que el fango se recicla y usa
lo mismo para hacer que para ensuciar?
No es asunto menor buscar el sitio
que a cada quien le toque en el desfile
que preservar pretende la memoria,
pues como usurpador o como designado
por una institución como el Congreso
posible es entrar en ese libro
que pocos leen y veneran muchos.
Posible es ensanchar el dogmático ciclo
de esa Revolución convencional
que ha cubierto los ojos nacionales
ante la evidente labor revolucionaria
de un olvidado gobierno execral,
pues que de indios educados como éste
la Patria esperar mucho puede.
Sólo hay que dar los pasos necesarios
sin importar la historia ni quién la escriba,
que de los polvazales también provecho sacar se puede,
ya sea que el aire mueva sus estelas
por los olvidados caminos del ayer
o de sus restos ya olvidados
la lluvia o un riachuelo auxilien
a elevar un edificio que a Babel recuerde.
La Historia, ah, la historia otro relato sólo es
y lo andado una vez nuevamente andado puede ser;
que nadie se sorprenda si el sendero ayer abierto
cerrado esté en el futuro o el presente,
que siempre entrar se puede por atrás
o hacer las cosas en la noche
sin mirar de frente y en tinieblas.
Ah, la Historia y las vueltas y meandros
en que ocultar se puede una verdad o una mentira,
y todavía hay quienes creen que es más revolucionario
el hombre que asesinó a mayor número de ciudadanos
y que tiene mayor causal que aquel que construyó
una ley social favorable al mundo colectivo.
“El mundo colectivo”, suena bien…
a ese mundo se dirigen las palabras
que la gente espera oír en una tarde
o una mañana, aunque vacías estén…
“Si algo no funciona hay que cambiar”.
“Utilizaré la autoridad de Hacienda para proponer
una política totalmente neutral en materia monetaria”.
“En el siglo XIX, querer transformar a México
en un Estado moderno, por desgracia fue algo no exento de dolor”.
Y si entonces hay que repetir una rutina,
ensuciar el nombre de millones en uno solo,
para eso está la Historia y las palabras,
al fin y al cabo que adentro de ella uno está
y así ha de estar aunque la escriban otros
sin importar el eco que en las calles
resonar se escuche:
“Es un honor estar con Obrador”.
2.mayo.2008