Mis cero lectores deben saber que este 2006 se celebrarán, entre los muchos aniversarios a conmemorarse, dos fechas que son de particular interés para mí. El primero de ellos es el doble aniversario de Gottfried Benn, de quien se conmemoran 50 años de su fallecimiento y 120 de su nacimiento. A Benn he dedicado dos décadas de empeño, estudiándolo y traduciéndolo, amén de haber abierto recientemente su página oficial en español, en donde hay traducciones diversas e información bibliográfica. Para quienes no conozcan a este poeta de alto nivel, les transcribo dos poemas de su postrer libro Aprèslude, y uno del anterior, Fragmente.
Poema
¿Qué significan estas constricciones,
mitad imagen, palabra y cálculo,
qué hay en ti que te impele
a un callado entristecido sentir?
En ti confluye desde la nada todo,
de un detalle, de un potpourri,
allí tomas las cenizas y las flamas
las esparces, las apagas y custodias.
Sabes que no puedes todo aferrar,
dale un confín al verde seto
a este y aquel entorno, estás tranquilo,
pero también exiliado en el recelo.
Así día y noche es tu turno,
también en domingo te tajas
e incrustas la plata en la unión
luego la dejas – aquí está: el ser.
Palabras
Solo: tú con las palabras
y esta es en verdad soledad,
clarines y arcos triunfales
no están en este ser.
Tú les miras en el alma
por su primer y primigenio rostro,
años y años – tortúrate,
nada hallarás.
Y de allá antorchas ascienden
en un dulce refugio humano,
de labios rosados y húmedos
cae, inofensiva, la palabra.
Sólo tus años amarillean
en un sentido diverso,
hasta en sueños: sílabas –
pero tú, en silencio, te vas yendo.
Epílogo
I
Las mareas de ebriedad caen –
la hora del moribundo azul
y de los emblanquecidos corales
en torno a la isla de Palau.
Las mareas de ebriedad terminan
como extrañas, no tuyas ni mías,
y en la mano no te dejan
más que el callado ser de las imágenes.
Los ríos, las llamas, las dudas –
y luego las cenizas ver:
“vivir es hacer puentes
sobre ríos que se van”.
II
Una amplia fosa de silencio,
un alto muro de noche
circunda la estancia, la escalera
donde has vivido y vigilado.
En presagios y en póstumos
la estrofa todavía perdura:
“en qué negros telares
te tejieron las Parcas,
de qué jarros colmados
fluiste y escapaste
sobre consumados rasgos
una vieja trama de sueño”.
Hasta las rimas confluyen
para que el verso sea producido
y piedra y fosa fluyan
en la amplia y gris tierra.
III
Una tumba en el fiordo, una cruz en la áurea puerta,
una piedra en el bosque y dos en algún mar –:
todo un canto, una voz en el coro:
“Los cielos cambian sus estrellas – ¡ve!”
La imagen que llevabas, medio engaño media vuelta,
se lleva a sí misma, no debes preocuparte,
que las mariposas de marzo hasta fin del verano
habrán aún.
Y la última mariposa se hunde en lo hondo,
el postrer descenso y el postrer dolor,
pero queda el gran coro que invoca:
los cielos cambian sus estrellas – ¡id!
IV
Hay un jardín que a veces diviso
al este del Oder, donde la llanura se extiende,
una tumba, un puente, y estoy ante
arbustos lilas, el azul y listo para la intoxicación.
Hay un niño al que a veces hago sufrir,
va al estanque de cañas y olas a reposar,
no dejo fluir al río ante el cual tiemblo,
y que antes dicha y luego olvido se llamaba.
Hay un proverbio sobre el que a menudo medito,
que todo dice porque nada promete –
estaba en una tumba: “tu sais” – tú sabes.
y en este libro lo he entretejido.
V
Tantas cosas que hondamente callas
y en tus días llevas solo en ti,
ni siquiera cuando hables las muestres,
en ninguna carta ni mirada las admitas,
las calladas, las buenas y las malas,
las dolorosas en que caminas,
puedes sólo en esa esfera liberarlas
donde mueres y muriendo resucitas.
Si tienen más curiosidad sobre este autor, pueden visitar el número 27 de la revista electrónica México Volitivo, correspondiente a marzo-abril, y que constituyó la primera publicación monográfica dedicada a Benn realizada fuera de Alemania en cualquier formato. Incluye poesía, prosa y ensayos de Benn, así como un grupo bastante importante de ensayos de otros autores que han estudiado la obra de Benn. A excepción mía, sólo Evodio Escalante es el único otro mexicano que aceptó o pudo participar en esta empresa. Ojalá puedan visitar las páginas que se indican a continuación. El enlace del número de la revista es el siguiente:
http://mexicovolitivo.com/2005/Marzo_Abril/index.html
El enlace a la página oficial de Benn en español es:
http://www.gottfriedbenn.com.mx/
Debo decir además que no hay página oficial de Benn en inglés, salvo la oficial en alemán. Recientemente la UNAM me publicó, en su serie Material de Lectura # 206, una antología poética, la primera realizada entre nosotros, de este enorme poeta. Parte de ese material pueden consultarlo en el número monográfico referido.
Por otro lado, el otro aniversario que me interesa compartir con ustedes es el de Mozart, el 250 aniversario de su desaparición física. Mozart es esa clase de músico del cual todo mundo cree saber algo porque vio la película o porque en tal o cual anuncio utilizan algún fragmento de alguna obra suya. Es cierto que algunas de sus obras son inmensamente populares, como la Pequeña serenata nocturna, de la cual casi todo mundo conoce al menos el primer movimiento, pero de allí no pasan. Lo mismo podría decirse de la Sinfonía 40, de la obertura de Las bodas de Fígaro, y de un largo etcétera de obras, sólo conocidas de manera fragmentaria y superficialmente. Para muchos, seguramente, la música clásica es la música que oyen los viejitos, tu papá o el jefe de la oficina, pero no algo que escuche quien quiera estar a la moda, quien quiera estar in. Mozart no habla del morbo que a nuestra época tanto le gusta, tampoco de violencia sin ton ni son, no habla de acostarse con quien primero aparezca como si de animales en celo se tratara, ni de esa adolescente rebeldía que tanto promueven los artistillas de nuestros días. No, en ese sentido, Mozart no es actual. Pero en otro sentido, en el que de verdad importa, Mozart sí es actual, sí es importante y sí tiene cosas qué decirnos a quienes vivimos en esta época de mezquindades que, como la suya propia, nos acosa por todas partes.
Y es que quejarse es muy fácil. Para expresar enojo, frustración; para denunciar el abuso de cualquier tipo; para reaccionar simplemente, no hace falta ningún talento. Pero para hablar de lo esencial se requiere de algo más. Eso era lo que Mozart tenía, y por eso a 250 años de su muerte su música sigue viva, y hay aún hoy quienes lo veneramos y seguimos escuchando. Mozart escribió no sólo algunas de las más hermosas melodías jamás concebidas por algún ser humano, sino también habló de todo aquello que en verdad importa: del amor, de la belleza, de la esperanza, de la justicia, de la libertad, y lo hizo de una forma tal que se le sigue escuchando, y su música nos sigue conmoviendo como lo hizo hace más de un cuarto de milenio.
Basta con escuchar su Quinteto para clarinete, el segundo movimiento de casi cualquiera de sus conciertos para piano, del 19 al 27, especialmente el 23, o el segundo movimiento de su concierto # 3 para violín, las arias para soprano que escribió en sus óperas, la Gran Partita, obra maestra sin par, o sus Cuartetos opus 10, dedicados a Haydn, su célebre Fantasía para piano, en donde está ya todo el orbe musical de Beethoven... y el listado podría prolongarse. Sé que Jorge Solís suele decir que los aniversarios sólo sirven para quienes los hacen, y no para el celebrado. Es probable que tenga razón. Pero también, sé que a veces hay que aprovechar la oportunidad de asomarse al festejado, especialmente cuando se suele creer que éste nos es ajeno o tiene poco qué decirnos.
Prometo más adelante subir en un post las grabaciones que les recomendaría, y porqué esas y no otras. Mientras tanto, si tienen un disco de Mozart, desempólvenlo. Si hay oportunidad de ir a escucharlo en concierto, vayan. Aunque sea con la Sinfónica Nació-mal. Para recordarlo, les dejo dos poemas que tienen a Mozart como eje central, esperando les agraden. El primero pertenece al volumen inédito La tierra y la tiniebla, el segundo pertenece al volumen igualmente inédito Fünfdichterliebe.
Poema
¿Qué significan estas constricciones,
mitad imagen, palabra y cálculo,
qué hay en ti que te impele
a un callado entristecido sentir?
En ti confluye desde la nada todo,
de un detalle, de un potpourri,
allí tomas las cenizas y las flamas
las esparces, las apagas y custodias.
Sabes que no puedes todo aferrar,
dale un confín al verde seto
a este y aquel entorno, estás tranquilo,
pero también exiliado en el recelo.
Así día y noche es tu turno,
también en domingo te tajas
e incrustas la plata en la unión
luego la dejas – aquí está: el ser.
Palabras
Solo: tú con las palabras
y esta es en verdad soledad,
clarines y arcos triunfales
no están en este ser.
Tú les miras en el alma
por su primer y primigenio rostro,
años y años – tortúrate,
nada hallarás.
Y de allá antorchas ascienden
en un dulce refugio humano,
de labios rosados y húmedos
cae, inofensiva, la palabra.
Sólo tus años amarillean
en un sentido diverso,
hasta en sueños: sílabas –
pero tú, en silencio, te vas yendo.
Epílogo
I
Las mareas de ebriedad caen –
la hora del moribundo azul
y de los emblanquecidos corales
en torno a la isla de Palau.
Las mareas de ebriedad terminan
como extrañas, no tuyas ni mías,
y en la mano no te dejan
más que el callado ser de las imágenes.
Los ríos, las llamas, las dudas –
y luego las cenizas ver:
“vivir es hacer puentes
sobre ríos que se van”.
II
Una amplia fosa de silencio,
un alto muro de noche
circunda la estancia, la escalera
donde has vivido y vigilado.
En presagios y en póstumos
la estrofa todavía perdura:
“en qué negros telares
te tejieron las Parcas,
de qué jarros colmados
fluiste y escapaste
sobre consumados rasgos
una vieja trama de sueño”.
Hasta las rimas confluyen
para que el verso sea producido
y piedra y fosa fluyan
en la amplia y gris tierra.
III
Una tumba en el fiordo, una cruz en la áurea puerta,
una piedra en el bosque y dos en algún mar –:
todo un canto, una voz en el coro:
“Los cielos cambian sus estrellas – ¡ve!”
La imagen que llevabas, medio engaño media vuelta,
se lleva a sí misma, no debes preocuparte,
que las mariposas de marzo hasta fin del verano
habrán aún.
Y la última mariposa se hunde en lo hondo,
el postrer descenso y el postrer dolor,
pero queda el gran coro que invoca:
los cielos cambian sus estrellas – ¡id!
IV
Hay un jardín que a veces diviso
al este del Oder, donde la llanura se extiende,
una tumba, un puente, y estoy ante
arbustos lilas, el azul y listo para la intoxicación.
Hay un niño al que a veces hago sufrir,
va al estanque de cañas y olas a reposar,
no dejo fluir al río ante el cual tiemblo,
y que antes dicha y luego olvido se llamaba.
Hay un proverbio sobre el que a menudo medito,
que todo dice porque nada promete –
estaba en una tumba: “tu sais” – tú sabes.
y en este libro lo he entretejido.
V
Tantas cosas que hondamente callas
y en tus días llevas solo en ti,
ni siquiera cuando hables las muestres,
en ninguna carta ni mirada las admitas,
las calladas, las buenas y las malas,
las dolorosas en que caminas,
puedes sólo en esa esfera liberarlas
donde mueres y muriendo resucitas.
Si tienen más curiosidad sobre este autor, pueden visitar el número 27 de la revista electrónica México Volitivo, correspondiente a marzo-abril, y que constituyó la primera publicación monográfica dedicada a Benn realizada fuera de Alemania en cualquier formato. Incluye poesía, prosa y ensayos de Benn, así como un grupo bastante importante de ensayos de otros autores que han estudiado la obra de Benn. A excepción mía, sólo Evodio Escalante es el único otro mexicano que aceptó o pudo participar en esta empresa. Ojalá puedan visitar las páginas que se indican a continuación. El enlace del número de la revista es el siguiente:
http://mexicovolitivo.com/2005/Marzo_Abril/index.html
El enlace a la página oficial de Benn en español es:
http://www.gottfriedbenn.com.mx/
Debo decir además que no hay página oficial de Benn en inglés, salvo la oficial en alemán. Recientemente la UNAM me publicó, en su serie Material de Lectura # 206, una antología poética, la primera realizada entre nosotros, de este enorme poeta. Parte de ese material pueden consultarlo en el número monográfico referido.
Por otro lado, el otro aniversario que me interesa compartir con ustedes es el de Mozart, el 250 aniversario de su desaparición física. Mozart es esa clase de músico del cual todo mundo cree saber algo porque vio la película o porque en tal o cual anuncio utilizan algún fragmento de alguna obra suya. Es cierto que algunas de sus obras son inmensamente populares, como la Pequeña serenata nocturna, de la cual casi todo mundo conoce al menos el primer movimiento, pero de allí no pasan. Lo mismo podría decirse de la Sinfonía 40, de la obertura de Las bodas de Fígaro, y de un largo etcétera de obras, sólo conocidas de manera fragmentaria y superficialmente. Para muchos, seguramente, la música clásica es la música que oyen los viejitos, tu papá o el jefe de la oficina, pero no algo que escuche quien quiera estar a la moda, quien quiera estar in. Mozart no habla del morbo que a nuestra época tanto le gusta, tampoco de violencia sin ton ni son, no habla de acostarse con quien primero aparezca como si de animales en celo se tratara, ni de esa adolescente rebeldía que tanto promueven los artistillas de nuestros días. No, en ese sentido, Mozart no es actual. Pero en otro sentido, en el que de verdad importa, Mozart sí es actual, sí es importante y sí tiene cosas qué decirnos a quienes vivimos en esta época de mezquindades que, como la suya propia, nos acosa por todas partes.
Y es que quejarse es muy fácil. Para expresar enojo, frustración; para denunciar el abuso de cualquier tipo; para reaccionar simplemente, no hace falta ningún talento. Pero para hablar de lo esencial se requiere de algo más. Eso era lo que Mozart tenía, y por eso a 250 años de su muerte su música sigue viva, y hay aún hoy quienes lo veneramos y seguimos escuchando. Mozart escribió no sólo algunas de las más hermosas melodías jamás concebidas por algún ser humano, sino también habló de todo aquello que en verdad importa: del amor, de la belleza, de la esperanza, de la justicia, de la libertad, y lo hizo de una forma tal que se le sigue escuchando, y su música nos sigue conmoviendo como lo hizo hace más de un cuarto de milenio.
Basta con escuchar su Quinteto para clarinete, el segundo movimiento de casi cualquiera de sus conciertos para piano, del 19 al 27, especialmente el 23, o el segundo movimiento de su concierto # 3 para violín, las arias para soprano que escribió en sus óperas, la Gran Partita, obra maestra sin par, o sus Cuartetos opus 10, dedicados a Haydn, su célebre Fantasía para piano, en donde está ya todo el orbe musical de Beethoven... y el listado podría prolongarse. Sé que Jorge Solís suele decir que los aniversarios sólo sirven para quienes los hacen, y no para el celebrado. Es probable que tenga razón. Pero también, sé que a veces hay que aprovechar la oportunidad de asomarse al festejado, especialmente cuando se suele creer que éste nos es ajeno o tiene poco qué decirnos.
Prometo más adelante subir en un post las grabaciones que les recomendaría, y porqué esas y no otras. Mientras tanto, si tienen un disco de Mozart, desempólvenlo. Si hay oportunidad de ir a escucharlo en concierto, vayan. Aunque sea con la Sinfónica Nació-mal. Para recordarlo, les dejo dos poemas que tienen a Mozart como eje central, esperando les agraden. El primero pertenece al volumen inédito La tierra y la tiniebla, el segundo pertenece al volumen igualmente inédito Fünfdichterliebe.
Esa venerable tradición de claroscuros
No es sólo el esplendor de algunas notas
en la noble oscuridad de la madera perpetuada
lo que en el sonido imprime el dulce tono
que desciende hacia la tierra y la tiniebla.
Cuando el gran maestro de Leipzig a la posteridad
dejó su misa dedicada al príncipe elector
de Dresde, Friedrich August II,
así fuera incompleta, y cuya admiración
podemos escuchar en Jan Dismas Zelenka,
Kappelmeister que probablemente aquel legajo
en sus manos tuvo, igual que Johann Adolf Hasse,
no eligió un brillante y solar tono mayor
para elevar hasta los cielos su maestría.
Y cuando aquel maestro siete años después buscó
dar fin a aquel enorme monumento,
en Ámsterdam, aquel jurisconsulto
que tanto amaba los sonidos graves y terrestres,
Hubert Le Blanc, escribió, con más pena que gloria,
aquella su defensa de la viola da gamba,
que de poco serviría pues la basse de viole
sus días contados por entonces ya tenía.
También en el pequeño Mozart
aquellos sonidos en penumbras
no impidieron que la gloria se elevara
en su inconclusa misa en do
—debida a su fervor por el Bach que halló
merced a aquel barón van Sweiten
y su amplia biblioteca— para Constanza escrita
y en un tono menor que sobrecoge el alma
como un inmenso monumento en la tiniebla alzado.
Y en ese mismo tono descendente
sus cuartetos opus 10, a Haydn dedicados
—como producto, misa y cuartetos,
de los hijos recibidos en la sombra y acogidos por la luz—,
se hundieron en esa venerable tradición
de claroscuros que tan bien El Greco y Rembrandt
preservaron, y a cuya sombra
tanta gloria se cobija.
No todo lo grandioso bajo el sol nacido ha,
el frágil estandarte que en su seno el genio porta
desde su ergástula de sombras resplandece.
Desde el fangoso seno de la tierra
alguna vez el hombre con otra faz emergió
y un destino poco promisorio.
Igual sendero tienen esas notas,
y ese elevarse en sombras nos recuerda
que el destino de todo lo terrestre
es elevarse y renacer
desde la esencia misma de su tumba.
A veces vienes…
A veces vienes… no sé cómo…
con esa lentitud que Mozart aquí y allá sembró en el mundo…
con esa desnudez o pulcritud de rostro
de quien todo lo sabe silenciosamente
y todo lo devasta sin saberlo bien a bien…
Así la lluvia… o el ángel que lloró por Mozart
y que en su tumba está petrificado…
así las tardes o las noches…
o qué sé yo…
A veces vienes como un abismo fragmentado
con las palomas de la eternidad grabadas en el rostro
dejando al mundo en la orfandad de tu presencia…
dejando todo en el silencio de un fagot despedazado…
dejando en ruinas todo este amor…
No es sólo el esplendor de algunas notas
en la noble oscuridad de la madera perpetuada
lo que en el sonido imprime el dulce tono
que desciende hacia la tierra y la tiniebla.
Cuando el gran maestro de Leipzig a la posteridad
dejó su misa dedicada al príncipe elector
de Dresde, Friedrich August II,
así fuera incompleta, y cuya admiración
podemos escuchar en Jan Dismas Zelenka,
Kappelmeister que probablemente aquel legajo
en sus manos tuvo, igual que Johann Adolf Hasse,
no eligió un brillante y solar tono mayor
para elevar hasta los cielos su maestría.
Y cuando aquel maestro siete años después buscó
dar fin a aquel enorme monumento,
en Ámsterdam, aquel jurisconsulto
que tanto amaba los sonidos graves y terrestres,
Hubert Le Blanc, escribió, con más pena que gloria,
aquella su defensa de la viola da gamba,
que de poco serviría pues la basse de viole
sus días contados por entonces ya tenía.
También en el pequeño Mozart
aquellos sonidos en penumbras
no impidieron que la gloria se elevara
en su inconclusa misa en do
—debida a su fervor por el Bach que halló
merced a aquel barón van Sweiten
y su amplia biblioteca— para Constanza escrita
y en un tono menor que sobrecoge el alma
como un inmenso monumento en la tiniebla alzado.
Y en ese mismo tono descendente
sus cuartetos opus 10, a Haydn dedicados
—como producto, misa y cuartetos,
de los hijos recibidos en la sombra y acogidos por la luz—,
se hundieron en esa venerable tradición
de claroscuros que tan bien El Greco y Rembrandt
preservaron, y a cuya sombra
tanta gloria se cobija.
No todo lo grandioso bajo el sol nacido ha,
el frágil estandarte que en su seno el genio porta
desde su ergástula de sombras resplandece.
Desde el fangoso seno de la tierra
alguna vez el hombre con otra faz emergió
y un destino poco promisorio.
Igual sendero tienen esas notas,
y ese elevarse en sombras nos recuerda
que el destino de todo lo terrestre
es elevarse y renacer
desde la esencia misma de su tumba.
A veces vienes…
A veces vienes… no sé cómo…
con esa lentitud que Mozart aquí y allá sembró en el mundo…
con esa desnudez o pulcritud de rostro
de quien todo lo sabe silenciosamente
y todo lo devasta sin saberlo bien a bien…
Así la lluvia… o el ángel que lloró por Mozart
y que en su tumba está petrificado…
así las tardes o las noches…
o qué sé yo…
A veces vienes como un abismo fragmentado
con las palomas de la eternidad grabadas en el rostro
dejando al mundo en la orfandad de tu presencia…
dejando todo en el silencio de un fagot despedazado…
dejando en ruinas todo este amor…
Hola me gustaron tanto los poemas que tienes aqui que los replique en mi blog, http://akhenatensdreaminplatosmind.blogspot.com/2009/10/poemas-de-gottfried-benn.html...si hay algún problema con gusto los quito. Saludos
ResponderBorrarEstimado maestro José Manuel Recilla,
ResponderBorrarEstoy haciendo una campaña radiofónica de poesía de Goddfried Benn. Utilicé sus traducciones "Si algo ligero" y "Palabras". ¿Podría compartirme más poesía de Gottfried en alemán acompañado de sus traducciones al español? La lectura se hará en ambos idiomas, a publicarse en Radio Universidad e Guadalajara en Lagos de Moreno, sin fines de lucro.
Muchas gracias
Yahaira Padilla López
Directora de XHUGL 104.7 de FM
Radio Universidad de Guadalajara en Lagos de Moreno
Tel. (474)403 1189
email: ypadilla@lagos.udg.mx